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Entrevista:

"He sobrevivido gracias a la música"

Su casa, un chalé nada ostentoso en un barrio acomodado de Londres, está llena de cuadros valiosos y pianos. Su mujer, Valery, 30 años más joven que el maestro sir Georg Solti, y la menor de sus dos hijas, de 20 años, trabajan febrilmente en un minúsculo despacho, en la parte trasera de la vivienda. Todo el. mundo parece atacado por una extraña fiebre productiva. El maestro trabaja y recibe, a las visitas más variadas en su estudio de la planta baja. En octubre, Solti, el último de los grandes monstruos de la dirección de orquestas, nacido en Budapest y educado en los secretos de la armonía por Bela Bartok, cumplió 82 años. Los amargos años de exilio y abandono han quedado muy lejos. Solti tenía veintipocos años cuando tuvo que salir corriendo de un país que había caído en brazos del nazismo y en el que un músico judío tenía escaso futuro. El tiempo ha encorvado un poco su figura, pero en la mirada de Solti brilla toda la energía, toda la determinación de quien es capaz de construir un mundo exacto de belleza en el mar de sonidos dispersos.

Pregunta. El viernes pasado dirigió su primera Traviata en el Covent Garden.

Respuesta. En realidad no era mi primera Traviata. Ya había dirigido otra versión hace 35 años para la radio. Claro que en el escenario era la primera. Ha sido una experiencia excepcional. Un plantel de cantantes maravilloso. Un directo de primera categoría, en el Covent Garden [el Teatro Nacional de la ópera, en Londres] la verdad es que disfruté mucho con esa ópera.

P. Hay quien opina que Verdi es la cumbre de la ópera, algo así como Shakespeare en el teatro.

R. Sí, es cierto que representa uno de los momentos estelares de la ópera. Es uno de los más grandes, pero yo no creo que haya que hacer comparaciones. Hay muchos grandes compositores. Lo que sí le diría es que encuentro el libreto de La Traviata espléndido. Es una historia real, con una -secuencia cronológica, todo ocurre en dos meses.

P. Lo sorprendente en usted es el ritmo de trabajo, a una edad en la que mucha gente renuncia a todo-Quizáinfluya en ello su buena salud, su buena forma fisica.

R. El único secreto que tengo para mantenerme bien es el trabajo. He trabajado muchísimo toda mi vida, diría que demasiado. Ahora me he propuesto bajar considerablemente el nivel. Pero en esta profesión son difíciles los términosmedios, uno tiene muchísimo que hacer o nada que hacer. Es muy dificil rebajar un poco el ritmo, pero estoy esforzándome por lograrlo.

P. Su'madre pensaba que era usted un segundo Mozart, y lo cierto es que su estrella musical ha brillado extraordinariamente. Sin embargo...

R. Sin embargo, aún sigo adelante. Es cierto. Me gusta la música, la música es mi vida; también lo es mi familia, por supuesto, mig dos hijas; pero la música lo es todo y seguiré dirigiendo mientras pueda. Además, me gusta la vida,

adoro la vida en todos los sentidos, quizás eso me mantiene vivo. He sufrido

muchas dificultades, he sido un refugiado durante 35 años, pero he sobrevivido. Soy un superviviente gracias a la música.

P. Nació usted en Buda en. 1912, y allí se educó, musicalmente. ¿Cuáles son sus relaciones con su país natal?

R. Conservo muchos recuerdos, mucho afecto por Hungría. Allí fui a la Academia de Música, una institución de primera categoría. Allí empezó, mi carrera, y creo que la transición política les está saliendo, aceptablemente bien. Es un paso muy dificil, pero si hay un pueblo que puede tener éxito en esta empresa son los húngaros, son gente extraordinariamente inteligente. Otros países que pueden triunfar en está transición son la República Checa y Polonia. Rusia está en una situación peligro.sísima, y ya vemos lo que ociirre en lit ex Yugoslavia. Tampoco veo claro el futuro de Bulgaria. En fin, le deseo lo mejor a mi país, al que todavía quiero, por supuesto, pero también soy una persona muy cosmopolita. Hace tanto que no vivo allí, son ya más de 55 años de ausencia. He vuelto a Hungría a dirigir conciertos, sólo fugazmente. Me siento, sobre todo, una persona cosmopolita.

P. Los grandes directores de orquesta como usted, los grandes cantantes, parecen más que nunca estrellas de Hollywood.

R. Le aseguro que no me gusta nada. Somos esclavos de los viajes. Es algo que detesto. Los ferrocarriles me encantan, pero viajar en avión se ha convertido casi en una tortura. Tampoco me gustan los barcos. Pero no me queda más remedio para seguir dirigiendo orquestas. Lo más gratificante de todo es que sólo trabajo con las mejores: la de Chicago, Viena, Filarmónica de Berlín, la de Londres, la de Amsterdam. Las mejores del mundo.

P. ¿Qué opina de las orquestas españolas?

R. Lo cierto es que no he oído ninguna. Pero creo que España, como el resto de los países europeos, posee un gran talento para la música. Ahora bien, tener o no buenas orquestas depende exclusivamente de la educación que reciban los músicos, de la capacidad de organización que se tenga. Las orquestas son siempre una cuestión de disciplina. Y ahí me temo que los españoles tienen un problema. No conozco muy bien su país, pero existe la idea de que los españoles son anárquicos por naturaleza. En todo caso, conozco algunos músicos y, sobre todo, cantantes españoles excelentes. Plácido Domingo, por supuesto; también una pianista, Alicia de Latrocha. Aragall es otro gran cantante, y hay otro tenor de primera categoría con excelente estilo que se llama Kraus, si , Alfredo Kraus. Y he tratado también a una encantadora cantante, Teresa Berganza. Pero no conozco orquestas de su país. Lo que le aseguro es que no existe un país más dotado que otro para la música, es simplemente cuestión de educación. Es posible que en determinados momentos históricos haya brillado más un país que otro. En el siglo XIX fue Austria, particularmente Viena, la reina del escenario artístico musical. Pero eso ha cambiado; después de las dos guerras, América ha pasado a ser un lugar preponderante, ha pasado a tener las mejores orquestas del mundo. Probablemente no tienen el mejor público, pero sí las mejores orquestas.

P. No sé si las estrellas ..como usted son conscientes de lo elitista que es su arte.

R. Es un espectáculo carísimo que necesariamente debería ser subvencionado por el Gobierno. Uno ve, de todos modos, a muchísimos jóvenes hamciendo cola para conseguir una entrada. Es necesario que la gente joven vaya. Las interpretaciones en directo son una experiencia que no se puede trasladar al disco.

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