Televisión cibernética
Los foros y cotilleos sobre las series televisivas invaden las redes informáticas
Cuando se piensa en el ciberespacio y en esa comunidad mundial, vía ordenador, que tiene en Internet, hoy por hoy, la autopista de información más importante, con 20 millones de usuarios en todo el mundo, uno espera encontrar sesudos debates de relevancia científica o profesional. Pero la utilización de las redes informáticas como instrumento de ocio y charla intrascendente sobre cualquier tópico va copando un espacio creciente. Se puede encontrar un cotilleo sobre Los Simpson o sobre Doctor en Alaska, o mantener a través del teclado el último juego sobre Star Trek.La televisión se ha metido en el ordenador, y da tanto juego que ya hay servicios, como el de Delphi, que se promocionan no con solemnes palabras sobre la autopista mundial de datos o la alta cultura electrónica, como cabía esperar, sino con la promesa de la exclusiva del parloteo intrascendente sobre, por ejemplo, Expediente X, una de las series de culto, por cierto, entre los colgados digitales.
El fenómeno tiene su importancia: la cadena por cable especializada en procesos Court TV ha sumado a sus casi 16 millones de suscriptores los más de cinco que conectan a través del ordenador de los servicios Online o Prodigy. La incursión cibernética de las teleseries está cambiando muchas cosas. Entre ellas, ese concepto de popularidad que hasta hace bien poco sólo se medía por la audiencia frente al televisor. Ahora su presencia en el ciberespacio, en las redes digitales, puede resultar tan indicativa de su popularidad como cualquier otra medición. Cerca de 4.000 mensajes recibe por mes, vía correo electrónico (E-mail), Expediente X.
Y se multiplican los foros en torno a la serie, desde los que especulan sobre lo irracional y paranormal de sus argumentos, hasta los que chismorrean acerca de cómo puede hacerse un agente del FBI (el agente Mulder, el protagonista), con su limitado sueldo, con un guardarropa de firma; o si la X del título tiene algo que ver con la dichosa generación que ha hecho millonario a Douglas Coupland.
La cosa tiene su importancia, como puede comprobarse en la cada vez mayor presencia de anuncios en las revistas especializadas. "Vea usted la serie en la Fox", dice uno de estos anuncios, "y después encuéntrese con el equipo creativo del programa Charle con el creador y productor, Chris Carter, y con los guionistas Glen Morgan y James Wong". Concluye la promoción: "Delphi es el único servicio que ofrece las camisetas oficiales de Expediente X, llaveros, fotos, banda sonora y sinopsis del programa". Otra serie de culto en el mundo cibernético es, cómo no, Star Trek y sus secuelas, que disfrutan de un correo mayor que el de la Casa Blanca. Hay series, como la parodia de anticipación de la cadena por cable Comedy Central, Mystery science theatre 3000, que tienen probablemente el mayor club de fans electrónico que existe. La gente lo pasa bien intercambian do chismes sobre esos dos robots que ridiculizan todo tipo de inmundicia cinematográfica.
Pero no todo es ciencia-ficción, aunque tal género lógicamente atraiga especialmente a los adictos al ordenador. Hay también mucha prosa. Precisamente, la cadena norteamericana ABC ha pensado en el ordenador para normalizar la existencia de sus seriales y liberar a sus consumidores -millones- del sentimiento de culpa que los demás echan sobre sus espaldas.
El ciberespacio ha sido el escenario al que esta cadena ha echado el ojo para emprender una campaña de contraataque, antielitista, en la que se incluye la creación de una comunidad cibernética de amantes del serial. Con tal fin se piensa abrir un nuevo servicio que los suscriptores de la red por ordenador American Online podrán conectar y que se llamará Soap line.
El foro cibernético suministrará información de los seriales que están actualmente en antena (algunos con 25 años de resistencia) y cotilleos sobre sus estrellas. De esta manera, la cadena matará dos pájaros de un tiro. De un lado, los adictos a sus seriales se sentirán reconciliados con su condición de telenoveleros irrecuperables; por otro, será un buen empujón promocional para los seriales. Digitalizarse o morir. Un mal título de culebrón.
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