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RELIGIÓN

El Papa consagra a 30 nuevos cardenales, entre ellos al catalán Ricard Maria Carles

Líbano, Vietnam, Bosnia, Cuba orientaron el pensamiento del Juan Pablo II durante el Consistorio convocado ayer en el Vaticano para proclamar 30 nuevos cardenales, entre ellos el español Ricard Maria Caries, arzobispo de Barcelona. El Papa, consecuente con esta continua memoria de "la Iglesia que sufre", les recordó que tanto la púrpura cardenalicia como la fórmula de su elevación a la aristrocracia eclesiástica son un firme llamamiento "al servicio del amor" que exige incluso "la efusión de la sangre". El Papa les recordó que es su cometido la elección del obispo de Roma.

Un dato señalado de esta proclamación es que incluye un plantel suficiente de elegidos, como para elevar a 120 el número de cardenales de menos de 80 años, sobre el total de 101 miembros que ahora tiene el colegio. Y 120 es precisamente el mínimo de purpurados que pueden formar un cónclave tras la reformas de Pablo VI, que también introdujeron los 80 años como edad límite para participar en la cumbre de los que entran como simples cardenales para salir, quizás, como Pontífice.El colegio cardenalicio ha quedado así a punto para la eventualidad de que haya que proveer a una sede vacante, "asegurando la continuidad de las sucesión apostólica, esencial para la Iglesia y para su camino", según dijo ayer Juan Pablo II. Varios de los proclamados son, sin embargo, más que octogenarios. Tal es el caso del teólogo francés Yves Congar, de 90 años, sometido a investigación por la Congregación par la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio que dirige el cardenal Joseph Ratzinger. Congar, enfermo y casi totalmente paralizado, es el único de los 30 nuevos cardenales que no pudo estar ayer en Roma.

Mikel Koligi, con sus 92 anos, un simple sacerdote albanés que pasó cinco lustros en la cárcel, sí estuvo, en cambio en el Aula Pablo VI, y, con su silla de ruedas, fue izado hasta el Papa, que permaneció sentado durante esta parte fundamental de la ceremonia, para recibir su birreta, la bula cardenalicia y la asignación de la iglesia romana puesta bajo su tutela.

Delegación española

A Ricardo María Carlés Gordo, arzobispo de Barcelona y único español entre los nuevos cardenales, le correspondió la iglesia de Santa María Consolatrice in Tiburtina. El nombre del español fue aplaudido por su colonia de seguidores, como el de los 29 restantes proclamados, cuando Juan Pablo II lo cantó al iniciar el Consistorio.Asistieron al acto, transmitido por Mundovisión, delegaciones gubernamentales de los países interesados y sus conferencias episcopales. La española, que estuvo presidida por Juan José Laborda, presidente del Senado, integraba al embajador ante la Santa Sede, Pedro López de Aguirrebengoa, a funcionarios de Justicia y Exteriores y al Consejero de Asuntos Religiosos de la Generalitat, Antonio Isac. Los obispos españoles estuvieron representados por el presidente de su conferencia, Elías Yanes.

Tras esta proclamación, el colegio cardenalicio se caracteriza por un menor peso de los cardenales italianos y una multipolarización de los llamados a regir los destinos de la Iglesia, entre los que, abundan los procedentes del Tercer Mundo. Italia, con 19 cardenales votantes y otros 18 de más de 80 años, sigue, no obstante, el primer grupo nacional de un colegio en el, que ya sólo tiene un peso del 16%. Antes de Juan XXIII, eran italianos más de la mitad de los cardenales.

Destacan entre los recién nombrados los procedentes de países donde la Iglesia es o ha sido recientemente perseguida, o donde las, circunstancias son especialmente difíciles. Tal es el caso de Vinko Puljik, de sólo 49 años, arzobispo de Sarajevo, cuya proclamación representa también el deseo del Pontífice de elevar la dignidad eclesiástica de la capital bosnia al nivel de Zagreb o Belgrado.

El mismo sentido tienen los nombramientos cardenalicio es de Nasrallah Pierre Sfeir, patriarca de Antioquía, en Líbano; de Jaime Lucas Ortega. y Alamino, arzobispo de La Flabana; de Kazimierz Swiatek, arzobispo de Minsk, en Bielorrusia, que pasó 10 años en las cárceles de Stalin; de Paul Joseph Pham Dinh Tung, arzobispo de Hanoi, o de Miloslav VIk, arzobispo de Praga.

"Pienso en los fieles que se encuentran en Líbano, y sufren en su propia carne los graves problemas ligados a la situación política de Oriente Próximo; pienso en las Iglesias del Este, que durante tantos años han tenido que sufrir las vejaciones de un régimen totalitario ateo", dijo el Papa.

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