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Siete muertos al arrollar un tren una ambulancia en un paso a nivel en Almería

Tereixa Constenla

Una imprudencia fatal, la niebla o un mal funcionamiento de la semibarrera del paso a nivel de Santa Fe acabaron ayer con la vida de siete personas que viajaban en una furgoneta-ambulancia hacia el hospital almeriense de Torrecárdenas. Una locomotora arrastró al vehículo durante más de 200 metros, matando en el acto a sus siete ocupantes, entre ellos, dos bebés de cinco y ocho meses y sus madres, que acompañaban a los pequeños para que recibieran tratamiento de diálisis y rehabilitación.

El siniestro, ocurrido a las 9.15, se produjo en uno de los 10 pasos a nivel que hay en la localidad de Gádor (Almería) cuya eliminación fue reclamada por vez primera hace ocho años. El vehículo sanitario había recogido a los pacientes en las localidades de Illar, Alhabia, Alboloduy y Alhama para llevarles al hospital.Las primeras investigaciones sobre las causas del accidente apuntan a una posible imprudencia del conductor, que pudo sortear la semibarrera que cubre sólo hasta la mitad de la calzada para ganar tiempo. También se barajaba la mala visibilidad originada por la neblina o deficiencias en el funcionamiento de la- barrera que, tras el choque, seguía intacta. La locomotora, reclamada para reforzar el transporte de mineral en Granada, se llevó por delante a la furgoneta en un punto situado a unos 20 kilómetros de la capital almeriense.

"Siete personas, dos de ellas niños, han fallecido...". La crónica radiofónica aún martilleaba los oídos de Julián Larios Fernández, de 44 años, mientras se recostaba desolado sobre un furgón de la Guardia Civil. Habían pasado tres horas desde el accidente que segó la vida de su esposa, Ana María Castellón Orta, de 30 años y su hija Milagros, de cinco meses.

"La niña tenía que ir un par de veces por semana. Yo siempre le decía a Ana que no viniera en ambulancia, que cogiera el coche", sollozaba Larios. Como él, el alcalde de Alboloduy, Francisco Martínez, perdió ayer a su mujer, Francisca, de 33 años, y a su hijo Alejandro, de ocho meses.

Sin supervivientes

Los equipos de rescate no hallaron supervivientes entre los restos de la furgoneta. El vehículo, de la empresa Indálica, sobrepasaba en dos el número autorizado de ocupantes. Además de las dos madres con sus pequeños viajaban en él el conductor Manuel Pelayo López, de 44 años; Gregoria Maillo Cabello, de 39; y Manuel López Rodríguez, de 53. El maquinista salió ileso del choque.El lugar del siniestro aunaba ayer la desesperación, el horror y también el desconcierto ante las causas del accidente. La posibilidad de que el conductor sortease la barrera semiautomática del paso a nivel en un acto temerario fue rechazada por su hermano Antonio Pelayo López, de 27 años: "Llevaba cuatro años haciendo seis o siete veces al día este trayecto y era muy prudente al volante. Jamás hubiera cruzado la vía con la barrera bajada. Si pasó' es porque estaba en alto".

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Algunos vecinos de Gádor, que ayer vivieron pegados a los transistores para seguir la noticia, estaban seguros de ello. Según sus testimonios, el funcionamiento de las barreras no era correcto. "Igual estabas esperando 15 minutos y no pasaba el tren como se podía bajar la barrera de uno de los dos sentidos y seguir la otra levantada", comentaba una vecina en el velatorio de los siete cadáveres. El Ayuntamiento de Gádor ha decretado tres días de luto por las víctimas, que serán enterradas hoy.

Renfe, por el contrario, descartó la existencia de deficiencias en el sistema semiautomático del paso a nivel de Santa Fe. "Se han hecho pruebas después del accidente y se ha demostrado que era correcto", precisaron. Esta versión responsabiliza al conductor del furgón al invadir la vía.

El trágico siniestro viene a recordar la peligrosidad de los pasos a nivel en una localidad atravesada por 10 -cuatro con barrera y seis sin ella- que está reivindicando su eliminación desde hace ocho años. Visiblemente afectada, la gobernadora civil de Almería, Rosario Peral, se comprometió a interceder para conseguir la supresión de los pasos a nivel que el alcalde de Gádor denomina "cepos de la muerte", que se han cobrado una víctima al año.

Tras el suceso, Julián Larios se resistía a abandonar la Cuesta del Rayo desde la que divisaba los raíles. A 200 metros del paso a nivel aún podía verse el cochecito de su hija Milagros, que ayer cumplía cinco meses.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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