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NECROLÓGICAS

Luis Vázquez de Parga el sabio químicamente puro

En la Academia de la Historia predominan los sabios. ¿Esto qué quiere decir? ¿No son por esencia estas instituciones reuniones de hombres doctos, escogidos por sus múltiples saberes? Sí, es cierto, pero existen sabios en estado químicamente puro y otros que se mueven por diversos territorios o son fronterizos de ajenas actividades en las que no falta el saber, pero sazonado con muy diversas sales. Academias hay donde predominan los artistas, en otras los literatos, cuando no los políticos o los jurisconsultos, etcétera.¿Quiénes son los académicos de la Historia? Los cultivadores de las disciplinas más varias que acompañan al conocimiento de la historia, como diligentes pajes y servidores. En la Academia de la Historia existen eruditos medievalistas, consumados arabistas, hebraístas de rancio abolengo, sagaces arqueólogos, ordenados numismáticos, personas duchas en paleografía, diplomática y epigrafía y, por otra parte, versados en santas escrituras, patrística o hagiografía, y, como soporte de todo ello, lexicógrafos expertos en lexicografía comparada, y como nuevas disciplinas, tanto los que cultivan el arte como los sabios hacendistas.

De todas esas ramas o subramas del saber existen magníficos representantes en la Academia de la Historia, pero se dan al mismo tiempo casos curiosos de personas que parecen abarcarlo todo. Es el caso de Luis Vázquez de Parga, uno de los académicos al que podríamos considerar sabio químicamente puro, porque por todas estas sendas del saber histórico ha transitado. Era medievalista insigne, lexicógrafo impuesto en el latín medieval, era paleógrafo, numismático, arqueólogo que dirigió muchas excavaciones, epigrafista y muchas veces bordeó la hagiografía. Cuando era joven se sintió atraído por el arte y dedicó su atención a la iconología, tomando como base esculturas en las que es pródiga I -a catedral de Toledo. Nos faltaba en España un Emile Mâle, y Vázquez de Parga pudo haberlo sido si no le atrajeran otro cúmulo de cosas. Vázquez de Parga llevaba todo un arsenal de saberes sobre sus espaldas, y bien podríamos llamarle ejemplo de científico pluriempleado.

Cuando Váquez de Parga ingresó en la Academia ya había publicado, en 1948-1949, una obra que le. hizo famoso, Las peregrinaciones de Santiago de Compostela, que fue premiada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Precisamente en esta obra colaboró con él su entrañable amigo José María Lacarra, que fue quien contestó su discurso de ingreso. Venía, pues, Vázquez de Parga bien pertrechado de títulos para ocupar su sillón.

Fue en esta casa anticuario, título con perfume dieciochesco que casi se ha desvanecido. Como anticuario, era el guardián de nuestros tesoros, y nadie mejor que él, por su talante meticuloso y ordenancista. Nuestro monetario, nuestros diplomas y documentos, palimpsestos y códices estaban seguros bajo su ojo vigilante, y, aunque en los últimos años su salud fuera un tanto ingrata, la Academia nunca olvidará sus desvelos.-

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