¿Amigo, no puede conseguirme un visado?"
Alrededor de 10.000 argelinos está en la lista negra para ir a España
"Amigo, ¿no puede conseguirme un visado para ir a España?". No es una pregunta, es prácticamente un ruego. Se repite sin cesar, en no importa qué lugar y situación, cuando alguien descubre en Argelia que eres un ciudadano español. Te conviertes así, inconscientemente, en la última ventanilla a través de la cual intentarán escaparse de la crisis económica y de la violencia. Nadie se resigna a perder la esperanza, porque en teoría las puertas no están cerradas, salvo para unos 10.000 argelinos que se hallan ya inscritos en las listas negras de los consulados de España en Argelia.El proceso es muy sencillo. Es tan sencillo que provoca todo tipo de expectativas. Se trata de rellenar un formulario. Efectuar las fotocopias de algunos documentos personales. Meterlo todo en un sobre y enviarlo por correo a las delegaciones consulares de Argel u Orán. Luego sólo hay que esperar tranquilamente en casa. Lo que incluye evidentemente la posibilidad de empezar a trenzar un sueño. En un plazo máximo de una semana, depende siempre de la rapidez del correo local, recibirá una respuesta del consulado de España.
A diario, las oficinas de Argel y Orán -las únicas existentes en Argelia- reciben una media de 300 a 400 cartas solicitando visados, de las que se descartan ya de entrada el 60% o el 70% de las demandas. Todo ello en función de una complicada serie de criterios preestablecidos, a caballo entré el subjetivismo y las consideraciones políticas, y que tienen como único objetivo impedir que el solicitante pueda convertirse en un inmigrante clandestino.
"Por ejemplo, observamos con escepticismo y reparos las demandas de los visados hechas por los muy jóvenes. Por contra, se valoran las de edad media, las de los hombres de negocios y las de los comerciantes habituales, que se ganan la vida viajando entre Argelia y España, comprando y revendiendo objetos. En cualquier caso, se responde a todas las demandas", se aseguraba ayer en medios consulares de la capital argelina.
Al final del recorrido burocrático, en números redondos sólo unos 150 privilegiados acceden cada día a obtener un visado para ir a España. En el rompeolas se irá acumulando una legión de candidatos, algunos de ellos dispuestos a hacer lo imposible para llegar hasta las costas de Europa, con la diferencia de que aquí no existe la posibilidad de alquilar una patera como en Marruecos y adentrarse en las aguas del Estrecho. España queda muy lejos.
Para esta legión de desesperanzados existe ya un "servicio especial" configurado por las redes mafiosas, que han llegado a adentrarse en el mismo consulado salpicando, aunque no comprometiendo, a algún empleado de la legación española. Pero también hay otras vías, como la de los visados falsos, por los que se llega a pagar en el mercado negro 1.000 francos franceses -24.000 pesetas-, el triple de un salario medio argelino.
Cuatro visados falsos han sido detectados ya en los consulados de España en Argelia y denunciados recientemente a las autoridades locales. Han empezado las investigaciones. Pero, al margen de las conclusiones definitivas, se teme que estos cuatro casos no sean más que la punta de un iceberg mucho más importante y estructurado centrado en algún país del África subsahariana y que contaría, para empezar, con un experto en falsificaciones y con unas planchas capaces de imprimir millares de sellos.
Este es el precio que España se ve obligada a pagar por haberse quedado sola en Argelia. Es el único consulado de un país europeo que se ha negado a cerrar las ventanillas, manteniendo al ciento por ciento el servicio y los empleados, desoyendo así los consejos del resto de las legaciones de la Unión Europea, que, alarmadas por la oleada de violencia y los atentados contra los extranjeros, han decidido cerrar sus puertas o restringir el servicio de los visados al máximo. Incluida Francia, que un buen día decidió trasladar la oficina de los visados a su territorio, una medida sin precedentes en la diplomacia europea.
Como todas las legaciones diplomáticas en el mundo, la de España no puede escaparse a las servidumbres y a los gestos de cortesía, lo que implica, sólo en Argel, una lista prácticamente diaria de 15 visados por recomendación o para las autoridades. A lo que hay que añadir otra lista semanal de cinco personas como máximo que reclaman ayuda para huir de la amenaza que contra ellos han dirigido los grupos integristas.
Todo ello a un módico precio de 3.000 a 8.000 pesetas, según se trate de un visado limitado o múltiple. Pero esto es pura teoría, porque se trata de cantidades improductivas que, a pesar de ser propiedad de la Hacienda española, se encuentran desde hace dos años parcialmente bloqueadas en los bancos argelinos. Se calcula que la cantidad estancada, recaudada sólo por la tramitación de los visados, asciende a unos 50 millones de pesetas.
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