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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Derrota de Clinton

LOS RESULTADOS de las elecciones al Senado, y a la Cámara de Representantes de Estados Unidos han otorgado al Partido Republicano mayoría. en el Senado -algo que muchos habían previsto- y en la Cámara de Representantes, algo que no había ocurrido desde hace 40 años.Si bien las elecciones que se celebran siempre a medio plazo del mandato presidencial suelen ser favorables al partido que está en la oposición, lo que ha ocurrido el martes es un fenómeno insólito en la vida norteamericana. El presidente Clinton había sido elegido con una mayoría escasa, pero en medio de una ola de grandes simpatías, sobre todo entre las generaciones jóvenes. Se habló del inicio de una nueva era demócrata, especialmente con las medidas sociales que Clinton había defendido en su campaña. Todo eso ha quedado en agua de borrajas. El nuevo presidente fue incapaz de llevar adelante las reformas anunciadas, y ello a pesar de que contaba con mayorías demócratas en el Senado y en la Cámara. de Representantes. Puso en manos de su mujer -abogado de gran prestigio- la reforma sanitaria, pero ésta ha quedado semiparalizada. Probablemente una de las razones principales de la derrota de Clinton ha sido la imagen que ha dado de presidente blando y de hombre indeciso.

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Clinton no pudo evitar el desastre del Partido Demócrata

En los temas de política exterior, Clinton pasó un largo periodo en que menospreciaba abiertamente esos problemas, algo imposible cuando se es una superpotencia, la única después de la caída de la Unión Soviética. Pretendía decir al país que él (a diferencia de Bush) se dedicaba a los temas domésticos, a los problemas que más afectan al hombre de la calle. Pero en el último periodo, al acercarse las elecciones, se lanzó a un activismo internacional para cosechar en las urnas los frutos de ciertos éxitos de política exterior, como las negociaciones en Oriente Próximo y el retorno del presidente legal, Aristide, a Haití. Esfuerzo muy poco rentable: los resultados de las elecciones confirman algo que ya se sabía, que el elector norteamericano no se motiva por temas de política exterior, salvo en momentos muy excepcionales. Las esperanzas suscitadas por la última gira de Clinton no se han confirmado.

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En los dos años que lleva en la Casa Blanca, la situación económica del país, en términos generales, ha mejorado; es una realidad que los ciudadanos perciben, aunque, sin duda, con ángulos de visión muy diferentes. El giro hacia el republicanismo es inseparable de cierta evolución hacia un conservadurismo de nuevo tipo que se está produciendo en la sociedad norteamericana y que, entre otras cosas, ha afectado ya decisivamente al Partido Republicano.

No se trata ya del - conservadurismo de Reagan, centrado en los problemas de impuestos y mercado libre. Como han puesto de relieve los más agudos observadores de la prensa liberal, la nueva ola conservadora parte de una sensación de disgusto que hay en gran parte de la sociedad contra lo que califican de inmoralidad y desorden, el descenso de la práctica religiosa, la descomposición de la familia, los nuevos pasos hacia la igualdad económica y política que han dado las mujeres. Un hombre como Pat Robertson, con su Coalición Cristiana, pesa mucho en el Partido Republicano, defendiendo la familia, pidiendo la prohibición del aborto, el retorno a la situación normal de la mujer que asegure la estabilidad de la familia.

Esas posiciones tienen fuerza en el Partido Republicano y le han ayudado a ganar electores. Se trata de una corriente social en ascenso que, además de su impacto esencial en lo político, refleja un giro conservador, de la, sociedad norteamericana.

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