América Latina gana estabilidad
Los argentinos se suman a una corriente continental en la que prima el control de la inflación
La situación política argentina evoluciona favorablemente para las aspiraciones presidenciales de Carlos Menem, quien puede repetir mandato en la primera vuelta de los comicios de mayo próximo. El triunfo de Ernesto Zedillo en México y de Fernando Henrique Cardoso en Brasil, o el afianzamiento del autoritarismo de Alberto Fujimori en Perú, demuestran que en América Latina, al menos en este momento, la estabilidad económica es un elemento político fundamental y refuerza las candidaturas de quienes la anteponen a otras políticas contra la pobreza y la desocupación. El cambio de tendencia en Uruguay, donde el conservador Partido Blanco disputa la primera posición al Partido Colorado en los sondeos previos a la consulta del 29, de noviembre, parece confirmar esta tendencia. El plebiscito de la provincia de Buenos Aires, que con la reforma constitucional, pasa a contar con el 38% de los votos de toda Argentina, permitirá la reelección del gobernador Eduardo Duhalde en la consulta del 14 de mayo y favorece a su jefe de filas.Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, anticipa que, en ausencia de un rival fuerte, sin alianzas contrarias suficientes y "con Duhalde gobernador, el peronismo se asegura una base electoral superior al 50% en la provincia, con lo cual el promedio nacional del Partido Justicialista [en el poder] supera el 40%, y probablemente Menem no deba afrontar el riesgo de una segunda vuelta".
¿Y la oposición? Las fuentes consultadas coinciden en destacar que el centro izquierdista Frente Grande, encabezado por Carlos Chacho Álvarez, pierde pegada vapuleado por las ambiciones y divisiones internas, declaraciones equívocas, y un torpe manejo del complicado proceso hacia su pretendida consolidación como segunda fuerza en detrimento de los radicales.
La ratificación de Raúl Alfonsín como presidente de la Unión Cívica Radical (UCR) resta posibilidades electorales a la centenaria formación. La imagen del anterior gobernante, a quien la democracia argentina debe mucho, quedó desgastada al suscribir con Menem el Pacto de Olivos de 1993 y asociarse su figura con la traumática hiperinflación de las postrimerías de su presidencia.
El MODIN, partido neofascista dirigido por el ex teniente coronel golpista Aldo Rico, sufre también escisiones y se acercó al peronismo al pactar con Duhalde en el plebiscito. No es enemigo. Y en los partidos provinciales se observa un acercamiento a Carlos Menem en la primera vuelta al abrigo de sus posibilidades electorales.
Cierto es que el programa económico argentino, ariete del justicialismo, acusa dificultades en su flanco fiscal, pero varios analistas estiman que algunas de ellas fueron intencionadamente exageradas por el ministro de Economía, Domingo Cavallo, con un doble objetivo. Primero, lograr que la Corte Suprema de Justicia frene la avalancha de denuncias presentadas por los jubilados en demanda de la actualización de sus haberes, y permitir después la aprobación de la ley del presupuesto de 1995, limitando las previsibles presiones sobre el gasto público del primer semestre de ese año: al celebrarse en mayo elecciones nacionales, provinciales y municipales, son de esperar nuevos requerimientos de las administraciones.
El desempleo alcanza índices sin precedentes, con tendencia al alza, y la mayoría de los argentinos estima en las encuestas que la pobreza aumentó durante el Plan de Convertibilidad, que fijó la paridad entre el peso y el dólar. Sin embargo, cuando a esas mismas personas se les pregunta si el Gobierno puede ganar si abandona ese plan responden no en su gran mayoría. El 50% dice que aún es conveniente, el 40% lo califica de imprescindible y únicamente al 5% le es indiferente. Conviven, pues, en Argentina graves demandas sociales insatisfechas y una política gubernamental que es considerada por los más como un elemento imprescindible.
"Hay mucha ignorancia", argumentan sus críticos. Pero en otros países de América Latina también se registran fenómenos similares. Rosendo Fraga encuentra la explicación en "el profundo deterioro sufrido por los sectores populares latinoamericanos durante las altas inflaciones. Les castigó mucho más que a los sectores medios y altos, que pudieron defenderse mejor mediante la compra de dólares".
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