Tablas con agridulce
I. C. Prudente, Alvaro Gil-Robles nunca acabó de creerse la victoria holgada que le auguraban algunos socialistas. "Paciencia y esperanza", dijo el aspirante español a Defensor del Pueblo europeo cuando sonó el teléfono y le anunciaron desde Bruselas el resultado , de la última votación de la Comisión de Peticiones de la Eurocámara.
Aunque parezca extraño, Gil-Robles, de 50 años, no estaba decepcionado por el resultado. "Mi candidatura surgió con todo tipo de dificultades y el desenlace provisional me parece digno", declaró.
Fue imposible el consenso que el Gobierno intentó lograr en septiembre con el Partido Popular para que el candidato español contase con el mayor respaldo parlamentario en su país. Los eurodiputados socialistas españoles que le apadrinaban estaban además-trifrentados y su influencia había , decaído en el Seno de la Eurocámara.
Y, sobre todo, tuvo que enfrentarse con la, poderosa maquinaria de los democristianos alemanes (CDU), el grupo más numeroso en el Parlamento de Estrasburgo, que presentó a Siegbert Alber, un político de 58 años que conoce, además todas las artimañas de la Eurocámara.
Frente a lo que los socialistas españoles llaman la apisonadora de la CDU, Gil-Robles esgrimió sus armas. Era el único candidato que poseía una experiencia en un cargo de estas características -primero corno adjunto y después como Defensor del Pueblo en España (1983-1993)- y por eso contó con el respaldo escrito de todos los demás om-budsmen de la Unión Europea.
En su casa, al lado de la madrileña fuente de Cibeles, el teléfono no para de sonar. Llaman los amigos para informarse del resultado. Gil-Robles no quiere criticar a nadie, pero en su entorno sí se advierte cierta decepción, ya que los sufragios verdes y de izquierdas, que en una primera vuelta apoyaron a Juan María Bandés, no secundasen en la segunda la candidatura menos conservadora de las dos en liza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.