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LA UNIÓN DE LOS DESHEREDADOS

En Ruanda han perdido todos. La matanza ha afectado a la mayoría de sus habitantes, y en especial a los minusválidos y deficientes de todo tipo, quizá las víctimas más indefensas. La prueba está en el movimiento de solidaridad que se ha hecho patente en muchos países y especialmente el nuestro, según parece. Desde programas de televisión y listas en los periódicos de las cuentas bancarias abiertas para ayudar a Ruanda hasta la carrera de un antiguo atleta, Orencio López, de 70 años, que recorrió 103 kilómetros por las calles de Madrid, sin pararse a dormir, para recordar a los desheredados ruandeses. Ahora, un grupo de minusválidos supervivientes, refugiados en una misión de Uganda, agradecen a los españoles la ayuda que se recibe en el destrozado país africano. Son tutsis y prácticamente han perdido a todos sus familiares al comienzo de la guerra. Sin embargo, en una carta enviada a una pedagoga turolense, Lourdes Rey, del Ministerio de Asuntos Sociales, encuentran "esperanza contra toda esperanza", en la solidaridad internacional para continuar viviendo. Y aunque pueden volver a Ruanda, ya no tienen dónde ir, no tienen ni familia ni casa. Recuerdan cómo, en su día, los misioneros les proporcionaron sillas de ruedas para que dejaran de andar reptando por el suelo, les dieron estudios, libros, ocupaciones... pero en las matanzas de los últimos meses, el 95% de estos disminuidos ,han perdido la vida en sus sillas de ruedas. Entre esta pobre gente no hay distinción entre hutus o tutsis, la indefensión es común para todos, por lo cual los tutsis de Uganda quieren conectar con los hutus que se encuentran refugiados en Zaire para reiniciar su incierta existencia juntos. Los minusválidos son los primeros reconciliados. Y se han puesto guapos y se han hecho fotos para, a través de los medios (le comunicación occidentales, comunicarse y reencontrase- .,

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