Lo prohibido

Nuestra piel de toro está muy delicada. El rejoneo humano se permite, pero hay temas por lidiar que levantan ampollas. Ahora el tabú es la droga. Basta que un hombre sincero como López Riaño plantee su legalización para que la patrulla anti-vicio del PP, a las órdenes del comisario Aznar, se lance a la calle, sin duda recordando los días en que era suya. El PSOE tampoco puede perder votos, y González desautoriza a su delegado. Para los que hemos tomado drogas de distinto tipo y aún no atracamos a las ancianas, el "problema de la drogadicción" es tan claro como epifenómeno social y educativo ajeno a la bondad o maldad de las sustancias que su comparación con el alcohol, el sexo o las especias resulta, de puro obvia, ñoña. ¿No es también un peligro la mujer para el hombre (y viceversa)? Chicos de muy buena posición conozco con un invencible prurito por experimentar todo tipo de mujeres (duras o blandas, que en eso no reparan los más viciosos); hombres que por un subidón con una chica (y hasta por una bajada) han roto hogares, arruinado carreras, dilapidado haciendas. También tengo una amiga con tanto mono de hombres que dice que lo haría con King Kong. ¿Prohibirán dar el pico al ser amado?Historiadoras y pintores, políticos en ejercicio y madres de familia que consumen ocasional y reguladamente drogas como tonificante son el reverso de esa leyenda sórdida generada por la prohibición, la pobreza y la desinformación. El debate es simple: como en el alcohol o los tabacos, hay que fijar en la droga su graduación y su nivel de riesgos, garantizando después una "denominación de origen". Para que no haya falsificaciones. Para que nuestros falsos padres de la patria (¡antes un camello que un camel0 no nos metan la moralina, un banderín que engancha más que la cocaína.