Clinton promete en la frontera de Kuwait con Irak que Sadam nunca se reforzará en el sur de su país
A menos de 70 kilómetros de la frontera iraquí, visiblemente protegido por misiles Patriot y carros de combate de las unidades de vanguardia del Ejército de Estados Unidos desplegadas en Kuwait, Bill Clinton dijo ayer que su país no volverá a permitir que Irak reconstruya su capacidad militar al sur del paralelo 32. "No es una amenaza; es una promesa, y ustedes están aquí para mantener esa promesa" señaló el presidente norteamericano ante un millar de soldados estadounidenses ' británicos y de varios países del Golfo que se reunieron a escucharle en medio del desierto.
El discurso, bajo un sol demoledor y con un trasfondo bélico que recordaba un escenario de Hollywood, tuvo más de acto electoral que de verdadera arenga a tropas combatientes. Bill Clinton necesita ganar imagen de firmeza de cara a los comicios del próximo 8 de noviembre, y para ello no podía haber ocasión mejor que la de repetir la aparición que su predecesor George Bush tuvo en estas mismas tierras -aunque en diferentes, circunstancias- hace casi exactamente cuatro años.El presidente norteamericano, oportunamente vestido con camisa verde y botas militares aprovechó para reafirmar su voluntad de actuar enérgicamente contra cualquier intento por parte de Irak de repetir una concentración de tropas en la frontera de Kuwait, como hizo hace tres semanas. "Nuestra política en el Golfo es clara", dijo, "no permitiremos que Irak aumente sus capacidades por debajo del paralelo 32, no permitiremos que Bagdad intimide a las Naciones Unidas".
Bill Clinton descartó también cualquier posibilidad de un rápido levantamiento de las sanciones impuestas a Irak tras la ocupación de Kuwait, aunque algunos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, particularmente Rusia y Francia, son favorables a esa idea."Una vida normal"
Clinton dijo que Estados Unidos "no tiene ninguna disputa con el pueblo de Irak; su sufrimiento es el resultado de una sola cosa: el camino escogido por sus líderes". "Le queremos decir de nuevo a Irak: cumplan completamente con las resoluciones de la ONU, obedezcan el deseo y las leyes de la comunidad internacional; esa es la única manera de que tengan una vida normal", aseguró. Mientras tanto, el Pentágono proyecta duplicar el número de aviones de combate estacionados en el Golfó, con una base áerea permanente en Kuwait, para apoyar a los 29.000 soldados estacionados en la zona.
Hasta ahí llegó lo que el propio Clinton "unas cuantas palabras serias". El resto fue de otro cariz. En primer lugar, nadie parecía pensar muy seriamente en la amenaza de las tropas iraquíes que corrieron hacia el Norte el mismo día en que Estados Unidos puso en marcha la operación Guerrero Vigilante: ni el presidente, que seguramente pensaba más en los efectos que. va a tener para su popularidad la agotadora gira que concluyó anoche con una breve escala en Arabia Saudi; ni los soldados, que sólo pensaban en abandonar este desierto. "Llevo 12 meses en esta playa sin agua y ya estoy harto", decía el sargento John Otzko."¡Vamonos a casa, vamonos a casa!", le gritó la tropa a Clinton desde el momento en que hizo aparición entre los dos tanques que le sujetaban la tarima. Tanto insistieron que, antes de despedirse, el presidente les respondió: "No olviden sus regalos de Navidad". Un funcionario ñorteamericano negó, posteriormente,. que eso signifique que EE UU vaya a terminar con esta operación antes de final de afio.
"La verdad es. que hemos venido a escuchar al presidente con la esperanza de oír la fecha de regreso a Estados Unidos. Aquí ya no hay nada que hacer", comen_ tó la soldado Wanda Colón, doctora de combate. Fuera de eso, Clinton fue bien recibido en un medio que le ha sido hostil, durante la primera mitad de su mandato, el Ejército. "Todavía se hacen algunos chistes sobre su pasado militar, pero ahora lo aceptamos mucho más", opinaba Andrew Fainling, de 28 años y ya veterano entre estas dunas.
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