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Fraga, año cinco

El PP espera un gesto del presidente gallego sobre su sucesión, al año del arrollador triunfo electoral

Xosé Hermida

La gente escruTa cada arqueo de cejas de Manuel Fraga, cada mirada a sus consejeros, cada palabra pronunciada en una conferencia de prensa. Hasta sus silencios podrían encerrar algún arcano significado. Pero el patrón no suelta prenda.El pasado martes se cumplió un año de su arrollador triunfo en las elecciones autonómicas del 17 de octubre de 1993 y todo sigue igual: Manuel Fraga repite a diario que su retirada polÍtica está próxima, sin dar ninguna pista sobre quién le sucederá al frente de los populares gallegos. Dentro del partido, el nerviosismo se puede cortar en el ambiente.

En el último mes, Fraga ha tenido que intervenir en varias ocasiones para acallar el hervidero de rumores que sobresaltan cotidianamente los aledaños de la Xunta. A la sorda batalla por la sucesión se une la proximidad de las elecciones municipales, que servirán para medir la influencia de cada barón del partido. La ansiedad entre los candidatos es indisimulable.

Fraga trata de apagar todos los fuegos con su conocida devoción por las frases lapidarias. El inicio del nuevo curso político tras el verano supuso un aumento de la temperatura en las filas del Partido Popular, donde se intuía que de un momento a otro el patrón desvelaría el nombre del tapado designándole vicepresidente., Pero el jefe del Ejecutivo gallego sorprendió a todos anunciando que no habrá cambios hasta que se acerquen las elecciones autonómicas de 1997.

Interpretación malévola

En contra de los deseos de Fraga, el asunto se volvió a mover hace unos días, cuando el vicepresidente de Cuba, José Ramón Fernández, comentó en una cena con periodistas que el fundador del PP le había confesado su deseo de retirarse porque a los 72 años "ya no se encuentra con fuerzas" para un tercer mandato. En un intento de evitar que el comentario se interpretase malévolamente como un síntoma de precaria salud en el presidente gallego, la Xunta salió al paso de la información y el propio Fernández aseguró que ésas no habían sido sus palabras. Harto ya de las, especulaciones, el presidente cortó de forma abrupta más tarde a los periodistas y anunció que de ahora en adelante no volverá a hablar de su jubilación hasta que llegue el momento.

Ante el hermetismo presidencial, las distintas familias populares acatan las órdenes con disciplina, pero se miran recelosas. Aunque el gran árbitro de sus diferencias ya avisó hace tiempo que quien muestre demasiada prisa en sucederle puede acabar estrellándose" el consejero de Política Territorial y secretario general del Partido Popular gallego, Xosé Cuiña, sigue apareciendo como la figura emergente. Los pocos cambios realizados en el Gobierno en el último año le han favorecido más que a su principal oponente, el consejero de Sanidad de la Xunta, José Manuel Romay.

Cuiña intenta labrarse una apariencia institucional se ha volcado en crear un equipo de imagen y son frecuentes sus reuniones con banqueros y empresarios de la comunidad gallega mientras mimetiza todo lo que puede de Fraga: hasta se le ha pegado el célebre latiguillo ("...y punto") que utiliza su jefe para sacudirse las preguntas incómodas. En el entorno de José María Aznar, la figura de Cuiña levanta escasas pasiones, pero nadie duda que la decisión final corresponderá únicamente a don Manuel.

Oposición de derechas

Cuando está a punto de iniciar el sexto año de su mandato en Galicia, sólo la cuestión sucesoria parece inquietar a Manuel Fraga. La oposición política no deja de ser una piedra en el zapato. El PSOE gallego bastante tiene con sobrellevar su. dramática fractura, y el Bloque Nacionalista Galego se resiente de la débil cohesión entre los heterogéneos colectivos que lo integran. En los medios de comunicación y en la intelectualidad tampoco encuentra Fraga demasiados motivos para el incomodo.Curiosamente, el más feroz opositor que le ha salido estos días a Manuel Fragaproviene de la derecha profunda. El presidente de la patronal gallega, Antonio Ramilo, se ha enzarzado en una ,sorprendente guerra de declaraciones con Fraga tras sus críticas a los planes de la Xunta de imponer el pago peaje en las autovías y gastar más de 5.000 millones en la creación de decenas de parques empresariales para los que no existe demanda suficiente. Pero hasta el locuaz Ramilo -que en una ocasión llegó a comparar a los sindicatos con el terrorismo- ha acabado por plegar las velas. Casi nadie se atreve a rechistar ante Fraga después de un lustro gobernando Galicia.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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