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El tigre islámico no es de Papel

Lo advirtieron mil veces, con pasión y constancia, con un truculento lenguaje, una y otra vez, pero como nunca pasaron a acciones mayores, algunos en Israel comenzaban a perderles el miedo. La matanza de Hebrón será vengada, anunciaron los militantes de Hamás cuando murieron acribillados 31 palestinos el 25 de febrero y ese juramento se convirtió ayer en una apocalíptica confirmación de la seriedad de sus amenazas. Queda a la vista: El tigre islámico es cualquier cosa menos un tigre de papel.Fresco como está el traumático recuerdo del secuestro y el asesinato del soldado Nachson Waxman la semana pasada, la carnicería de ayer confirma las peores pesadillas de Israel y de su Gobierno laborista. El primer ministro Isaac Rabin practica el malabarismo político para salvar su acuerdo de paz con IOS palestinos y, hasta la hora de la explosión de Tel Aviv, los ministros de Rabin preparaban con esmero la firma de su pacto con Jordania bajo el pomposo padrinazgo de Bill Clinton dentro de seis días.

Entre las últimas víctimas de Hamás y su brazo armado, las brigadas de Azzedín Al Kasam, ayer se colaba inexorable el júbilo israelí ante el nuevo e histórico pacto de paz con Jordania, así como a los efímeros esfuerzos que llevaron a la reanudación de las negociaciones con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Egipto en el epílogo de la muerte de Nachson Waxman.

En el plano político las primeras bajas son ciertamente importantes, mucho más decisivas que las posibilidades de fácil tránsito hacia la normalización que Rabin y Yasir Arafat habían previsto al volver a hablar, esta vez con los laureles del Nobel de la Paz frescos sobre sus cabezas.

En Israel, la voz de los que piden la cabeza de Arafat va a convertirse en un clamor ensordecedor, será la consigna y grito de batalla de los extremistas judíos que al igual que los de Hamás- quieren torpedear el proceso de paz. Es sólo cuestión de tiempo. ¿Está Arafat en condiciones de convencer a los israelíes de que quien manda en Gaza es él? No. ¿A quién pretende, por más sinceras y doloridas que sean sus condolencias, dar consuelo y explicación si todo el mundo -y los israelíes mejor que nadie- sabe que Hamás campea por Gaza y planea, ejecuta y se ufana de las operaciones mas espectaculares desde la entrada en vigor de la autonomía palestina en mayo? Desde luego, no convencerá a los israelíes. ¿Cómo podrá Arafat responder ahora a quiénes con justa razón le emplazan a demostrar que los extremistas no son más activos que nunca y que consiguen y reparten armas y explosivos en Gaza bajo las narices de los policías de la OLP?

La posición de Rabin es aún más incómoda en estos momentos. ¿No fue acaso él quien al asumir plena responsabilidad personal por la fracasada y sangrienta operación de rescate de Waxman, dio tácita credibilidad y solvencia a las promesas de Arafat de poner a Hamás fuera de combate, incluso a riesgo de provocar una división potencialmente sangrienta entre los que apoyan el proyecto de paz y aquellos que lo denuncian y combaten como una imperdonable claudicación de la causa palestina y una aún más vergonzosa traición histórica a lo que queda de la otrora grandilocuente pero hoy extinguida revolución árabe?

En el ambiente de luto, entre el caos de los hospitales de Israel donde se trataba. de contener el rápido ascenso del número de bajas, flotaban ayer por lo menos tres preguntas clave que, si tuvieran respuesta, podrían ayudar a ' los que tratan de acortar el periodo de incertidumbre que se avecina. ¿Está Arafat dispuesto a reprimir, castigar y neutralizar a los miles de militantes de Hamás, que han transformado sus protestas en manifestaciones diarias de protesta en Gaza? ¿Se verá Arafat forzado a actuar como el policía de Israel? ¿Tratará Rabin de reclutar apoyo internacional para desarticular al movimiento islámico en Gaza y CisJordania, atacando a sus protectores y banqueros en Irán, Líbano e incluso en Jordania?

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