_
_
_
_

El fin de un impostor

Abierto en Salzburgo el primer juicio por crímenes de guerra en la ex Yugoslavia

Nadie sospechaba que Dusko Cvetkovic era un impostor. Escapó de la guerra en Bosnia y fue recibido en Austria como un refugiado más. Durante las navidades de 1992, un sacerdote le registró como asilado en el pueblo alpino de Dorfwerfen, cerca de Salzburgo; le dio una manta, algo de ropa y un cepillo de dientes. Poco después, Cvetkovic, de 26 años, encontró empleo en la posada del pueblo.Al mismo tiempo, en Bosnia una fotografía borrosa colgaba en las calles de todas las ciudades con un letrero: "Se busca por genocidio".

Nadie sospechó que Dusko era un impostor hasta que un día, cuando regresaba del trabajo, se cruzó en plena calle con su antiguo vecino de Kucice, un pueblecito bosnio a 140 kilómetros de Sarajevo. No hubo saludos. El vecino, Remzo Husanovic, de 21 años, palideció y corrió a la comisaría de policía y le denunció como "el comandante" de una brigada paramilitar de serbios de Bosnia, que había asesinado y deportado a campos de concentración a familiares y amigos musulmanes.

El próximo jueves, Cvetkovic se enfrentará en Salzburgo a un juicio por "asesinato, genocidio y actividades incendiarias en virtud de un acuerdo firmado por países miembros de la ONU en 1993, que condenaba los crímenes de guerra y autorizaba a los signatarios a juzgar a través de los tribunales ordinarios los delitos contra la humanidad cometidos en terceros países. Desde el histórico proceso de Núremberg, el juicio contra Cvetkovic es el primero por crímenes de guerra desde la II Guerra Mundial.

Cvetkovic, que se enfrenta a una condena de cadena perpetua, nació en Kucice, un pueblo de 400 habitantes. En marzo de 1992 fue visto vestido de uniforme y armado patrullando las calles junto a otros 65 hombres de una brigada de milicianos serbios. De los 100 musulmanes que vivían en Kucice, sólo quedan 19 supervivientes. El 14 de julio de ese mismo año, Remzo Husanovic fue a buscar una de sus vacas que pastaba cerca del pueblo. Mientras caminaba entre bosques escuchó los gritos del comandante Dusko.

¡Hijos de puta, os voy a matar y después os voy a asar en el horno!". Abajo, en un basurero, tres jóvenes de la familia Husanovic permanecían arrodillados. Después de escuchar los disparos y ver cómo Dusko le daba el tiro de gracia a una de las víctimas, casi un niño, Remzo Husanovic, aterrado, se escondió en el bosque. Vio cómo ataban a su hermano para deportarlo a un campo de concentración, donde después murió. Horas después, los hombres de Dusko quemaron las casas del pueblo. Remzo Husanovic permaneció varios días en el bosque. Nunca más regresó a Kucice.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_