Varios países estudian volver a la separación de sexos en las aulas
La escuela mixta no logra la plena comprensión entre chicos y chicas
¿Aulas para ellos y aulas para ellas? ¿Escuelas separadas? Sorprende la pregunta justo cuando el siglo XXI está abriendo sus puertas para dar la bienvenida a los logros sociales de cientos de años. Sin embargo, Alemania, Inglaterra, Suecia y Estados Unidos tienen abierto desde hace un lustro un serio debate con la pregunta sobre la mesa. En Suecia, el asunto está pendiente en el Parlamento bajo el título Todos somos diferentes; la propuesta fije presentada por Beatrice Ask, ministra de Educación del anterior gobierno conservador.Rápidamente, los sectores mas conservadores han salido al escenario y se han apresurado a defender lo beneficioso de la segregación en las aulas, ya sea con artículos en la prensa, en los boletines informativos o en coloquios públicos. Con la misma agilidad, los más progresistas esgrimen que el análisis y la revisión de la convivencia de los sexos en las aulas no conlleva el retorno al pasado, sino adelantar hacia una coeducación no conseguida sólo por el hecho de haber creado aulas mixtas.
"Los niños trabajan mejor y obtienen más beneficios de su educación cuando no hay niñas delante", dice Julian James, director de la St Aubyris School de Rottingdean en un artículo publicado en The Independent la semana pasada. Los padres consultados por Julian James dicen que "sus hijos se sienten en inferioridad de condiciones cuando coinciden en el aula con compañeras o hermanas más inteligentes. Muchos han prosperado cuando se les ha separado de hermanas con mayor éxito escolar".
Mejor entre niñas
En un artículo paralelo, la profesora Annabelle Hancock, directora de la escuela primaria Halstead de Woking, dice: "Un talento especial entre las niñas se nutre mejor si está rodeada de niñas". Afirma que las niñas aprenden de manera diferente y pinta de ellas un perfil enternecedor: están más dispuestas a conformarse, les gusta agradar, son menos agresivas y competitivas, más creativas y más amables. Hancock se apoya en una frase publicada en The Times: "Dadme un niño y educaré a un hombre, dadme una niña y educaré a la próxima generación".Las razones esgrimidas son múltiples: los niños consiguen mayor capacidad de concentración cuando están solos, las niñas les distraen; los resultados en los exámenes son mejores en ambos sexos cuando estudian separados, y en los niños más sensibles se incrementa la timidez cuando el sexo opuesto está presente ya que pretenden ser más populares y resaltar más delante de las niñas... En cuanto a ellas, son más maduras y serias trabajando, y reciben provocaciones, intimidaciones y, llegadas ya a la etapa de la adolescencia, en algunos casos, hasta agresiones de tipo sexual. En estudios como el realizado por la líder feminista norteamericana Idelissa Malave, se llega a la conclusión de que las adolescentes educadas en la igualdad acaban cayendo en profundas depresiones cuando se enfrentan a la realidad de la vida, colmada de desigualdades.
Sin embargo, los que se oponen a la segregación argumentan que las clases separadas están fuera de la realidad, que no se puede esperar de los alumnos un éxito social después de la escuela si toda su vida escolar discurre en la segregación del sexo opuesto. "Juntar a niños y niñas es un avance", afirma Marina Subirats, directora del Instituto de la Mujer. "Antes, en España, la mujer apenas llegaba a la Universidad; este curso, hay más mujeres que hombres. Es cierto que el separar a los alumnos en algunas materias puede ser beneficioso". Y cita el ejemplo de las matemáticas, "donde se están estimulando más los códigos masculinos y, con ello, las niñas están interiorizando un carácter de segundo sexo. Rendirían más si estuvieran solas". Los planteamientos en Suecia o Estados Unidos pueden representar un avance, pero "en España, "sería una aberración", sentencia Marina Subirats. "Sería volver al modelo monjil y representaría un retroceso para las mujeres".
Tales argumentos no convencen a profesoras como Rosa Ezquerrá, de Los Tilos, centro concertado de formación profesional de Madrid, al que sólo acuden jovencitas "porque las materias que damos (educador infantil y técnico en economía familiar) sólo las piden las chicas". "En la adolescencia y preadolescencia, no pueden estar juntos", afirma. "Es cuando se descubre el sexo, y eso distorsiona a las criaturas una barbaridad".
Para muchos la polémica tiene un sesgo ideológico que pretende arropar situaciones anteriores. "La coeducación, en general, proporciona una capacidad crítica", dice Jacinto Lasheras, vicepresidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos. "Educar entre algodones impide la solidaridad. Se trata de defender la coeducación como filosofia y todavía tenemos que plantearnos muchas de las irregularidades sexistas que se producen en las aulas y en los libros de texto. Todavía hay machismo, si no, que nos expliquen por qué van pocas mujeres a las carreras técnicas y tienen mayores dificultades en encontrar trabajo".
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