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ELECCIONES EN ALEMANIA

¡Que vienen los comunistas!

Berlín vuelve a dividirse con el ascenso en el sector oriental del PDS, sucesor del régimen de la RDA

Miguel Ángel Villena

"Voy a votar a cualquier partido menos al PDS (Partido del Socialismo Democrático). No queremos que vuelvan los tiempos de la dictadura comunista y del Estado policiaco. Cualquier cosa menos el regreso al pasado ". La opinión de Gerhard Lederer, un físico de 50 años, resume el temor de una mayoría de berlineses que todavía se preguntan cómo es posible el imparable ascenso de los poscomunistas apenas cinco años después de la caída del muro.A las puertas de una guardería que sirve como colegio electoral en Hellersdorf, en los confines de Berlín oriental, entre descampados, bosque y bloques de cemento gris del más puro realismo socialista, Lederer y su mujer confiesan: ."Es cierto que ha aumentado el desempleo y que se ha incrementado la delincuencia, pero la libertad tiene sus costes. Los viejos tiempos no volverán nunca más".

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El presidente del PDS, el elegante y refinado abogado Gregor Gysi, opta a un mandato directo en este distrito de Hellersdorf, donde las estaciones de metro parecen sacadas de escenas de espías de la guerra fría o de la genial película Un, dos, tres, de Billy Wilder.

Los votantes que acuden a ejercer su derecho, que tuvieron prohibido durante cuatro eternas décadas, reflejan los profundos cambios sociales que ha experimentado Berlín oriental. Llegan en Mercedes de segunda mano o en lujosos BMV pero también en bicicletas o sencillamente a pie.

Un grupo de cabezas rapadas en un viejo y destartalado Travi, el vehículo insignia de la antigua RDA, se cruzan a la entrada del colegio electoral con unas pulcras ancianas que despotrican en voz baja contra los ruidosos jóvenes.

Las posibles respuestas al ascenso del PDS las ofrece a 200 metros de la mítica puerta de Brandeburgo y junto a la famosa avenida Unter den Linden un mecánico de 28 años que ha acudido al colegio electoral con su mujer y con dos niños de corta edad. Manfred Singhammer comenta que ha votado por el PDS, aunque no desea en modo alguno que los poscomunistas vuelvan al poder. "Lo único que quiero es que haya una oposición fuerte y crítica en el Bundestag. Ni se me ha pasado por la cabeza votar a la Democracia Cristiana, de Helmut Kohl y las propuestas de los socialdemócratas no terminan de convencerme".

La batalla electoral se ha planteado con toda su crudeza en los dos sectores de Berlín, pero. con protagonistas distintos. Mientras en la zona occidental de. la capital alemana, la democristianan CDU y los socialdemócratas del SPD se disputan la hegemonía, en los distritos orientales la lucha ha sido encarnizada entre los socialdemócratas y los poscomunistas.

El veterano escritor antisfascista y antiestalinista Stefan Heym, de 81 años, y candidato del PDS, y el cuarentón teórico y dirigente del SPD, Wolfgang Thierse, simbolizan esta disputa entre dos formaciones bien distintas de la izquierda alemana. Ambos han reconocido su respeto por el contrincante hasta el punto de que el viejo Heym -que presidirá la mesa de edad del Bundestag en caso de ser elegido- ha llegado a afirmar: "La verdad es que me invaden sentimientos contradictorios y también me alegraría no tener que acudir al Parlamento de Bonn".

Trabajadores perjudicados por la crisis económica, antiguos funcionarios y militares de la RDA que han perdido sus privilegios o sencillamente jóvenes como Singhammer que apuestan por una dura oposición de izquierdas en el Parlamento federal, integran las filas de los votantes del PDS.

Los feudos de los poscomunistas se encuentran en el centro de Berlín y en los distritos obreros y orientales de Lichtenberg y Hellersdorf. Pankov, el distrito donde se concentraba el funcionariado del régimen de la RDA, también es plaza fuerte del PDS. Entre las cuatro zonas agrupan a más de 600.000 electores en una metrópoli como Berlín que cuenta con algo más de tres millones y medio de habitantes.

Valedor de los 'ossies'

Confíen en nosotros, reza el lema de la campaña de los poscomunistas cuyos carteles son mucho más visibles en el sector oriental que en el occidental. "Es el único partido que se preocupa por los ossies (alemanes orientales)", señala a la puerta de un colegio Franz Wittmann, de 42 años, y vigilante jurado de profesión.Miles de berlineses se lanzaron ayer a las calles para aprovechar un frío, pero soleado y precioso domingo de otoño. Pero mientras en los barrios orientales la actividad dominguera se limitaba a los alrededores de la Alexanderplatz, el antiguo centro de la capital de la RDA, en la zona occidental los músicos callejeros tocaban sus melodías en las inmediaciones de las terrazas, mientras los cafés rebosaban de gentes de todas las edades que disfrutaban de los últimos calores del otoño.

Junto a la puerta de Brandeburgo grupos de turistas se fotografiaban ajenos al ambiente electoral y cruzaban divertidos bajo los arcos de un monumento que ha sido sucesivamente un símbolo de las glorias, de la división y hoy de la reunificación de Alemania.

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