El velo islámico y escuelas

El Ministerio de Educación francés acaba de prohibir, por decreto, el uso de signos religiosos ostentosos con el fin de impedir la utilización del velo islámico en las escuelas.De la presencia del velo en las escuelas de Occidente me preocupan algunas cosas, ninguna de las cuales tiene una respuesta justa por la vía de la represión. La actitud de los niños y niñas: ¿de qué modo acogen esa presencia? ¿Se sienten agredidos, interrogados, estimulados al intercambio, a la eliminación de la diferencia? ¿Las madres y padres consideran la presencia de elementos diferenciadores una ocasión para el enriquecimiento, lo consideran una agresión? ¿Tiene el profesorado la formación que necesita para abordar una realidad crecientemente multicultural de una forma osada, ilusionada? ¿Tienen las escuelas recursos humanos y materiales para posibilitarlo? ¿Tiene la Administración voluntad política para impulsarlo? ¿Cómo se sienten las niñas que llevan el velo? ¿Es su opción, es la de sus padres? ¿Qué tipo de conflicto interno, de rupturas, representa el choque de valores entre la familia y la escuela ... ?

Me interroga la vivencia de las familias inmigrantes en contextos políticos y sociales cerrados. El sentido de la reafirmación de las propias formas, la ilusión de la vuelta a los orígenes, la ruptura del sentimiento de pertenencia.

Afirma el decreto que cualquier discriminación debe quedar a las puertas de la escuela. La vieja historia que culpabiliza a los niños y las niñas de sus éxitos y de sus fracasos p9rque en la escuela todos son iguales. No es así; llegan a la escuela distintos, equivalentes, pero no iguales. En cualquier caso, sería bueno poder prohibir la pobreza, la intolerancia, las injusticias estructurales que fuerzan a la emigración a tantas gentes del Sur. Y a nivel escolar, diálogo, formación continua y de calidad para el profesorado, recursos y pedagogías abiertas impregnadas de realidad. El tiempo apremia.