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El viaducto cumple 120 años envuelto en leyendas

La Plataforma del 0,7% utilizó ayer el puente para sus reivindicaciones

Joseba Elola

Cuentan que el mismo día de su inauguración se produjo la primera tentativa de suicidio. Una niña de unos 15 años, desgraciada porque sus padres se oponían a su noviazgo, acudió al lustroso puente para dar el último salto. El propio viaducto estuvo al borde del precipicio en 1976, cuando el Ayuntamiento se planteó derribarlo. Pero sobrevivió y ayer cumplió 120 años de existencia. Su nombre sigue estando empañado por la sombra de los suicidas: en este año, 10 personas acudieron a este emblemático monumento para quitarse la vida.

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La leyenda también cuenta que gracias a sus faldas de miriñaque, ésas que tenían forma de paracaídas, la chica frenó su caída y salvó la vida. Era el 13 de octubre de 1874, el día en que el viaducto diseñado por Eugenio Barón veía la luz. Tenía 23 metros de altura, 130 de longitud y 13 de ancho. Ciento veinte años más tarde, la obra de Barón era utilizada por la Plataforma del 0,7% para sus reivindicaciones: uno de sus integrantes se colgaba ayer de sus muros.Este emblemático puente, tal y como se conoce ahora, terminó de construirse en 1942. El esqueleto inicial era metálico y los años no pasaron en balde por la obra de Barón. Tres hombres acometieron el proyecto de reconstrucción: los ingenieros de Caminos José Juan Aracil y Luis Aldaz y el arquitecto Javier Ferrero. "La obra de Barón no tuvo gran importancia, era un primitivo puente de hierro", cuenta José María Guijarro, jefe del Departamento de Conservación de Monumentos del Ayuntamiento. "El proyecto de Ferrero sí que tuvo relevancia porque era exponente de la mejor ingeniería racionalista". Contruido con hormigón armado, el viaducto gano dos metros de altura, 70 de longitud y tres de anchura.

Las grietas y los agujeros siguieron formando parte de su historia. Hasta que en 1976. quedó cerrado al tráfico al detectarse un peligroso agujero. En esos días fue cuando se manejó la posibilidad de derribarlo. Los rumores apuntaban a que había una gran constructora -con un hombre bien situado en el Ayuntamiento- interesada en animar a la demolición para hacer las obras de reconstrucción. "Me importa tres cominos la arquitectura del viaducto", llegó a decir el entonces alcalde Juan de Arespacochaga.Al final, un informe del Instituto Eduardo Torroja salvó al viaducto. Era recuperable. La reparación costó 78 millones y el puente volvió a abrirse al tráfico el 18 de abril de 1978. Pero antes soportó el peso de 12 camiones de 38 toneladas, los que utilizaron en la prueba de resistencia. Y la superó. Desde entonces, el viaducto sigue siendo uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. Es utilizado por manifestantes para sus protestas, por escaladores sin un mejor sitio donde practicar y por aquéllos que van en busca de su último salto.

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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