Mucho ruido y pocas nueces
Se habla mucho de la integración social de los minusválidos. A los que vivimos de cerca las pocas posibilidades que para la incorporación al trabajo tiene este colectivo esto nos suena a mucho ruido y pocas nueces. Nuestros políticos encargados de hacer posible la tan cacareada y politizada temática de la integración de personas discapacitadas deberían fijarse en sus viajes a países civilizados, y empezando por el aeropuerto al que llegan, que hay jóvenes con síndrome de Down en las cintas transbordadoras, mantenimiento de higiene en las cafeterías, encargados de, servicios, etcétera, y terminando por comprobar que en muchos organismos estatales ocupan a personas minusválidas en puestos cómodos y rutinarios.Es incomprensible que, por ejemplo, en la actual convocatoria de oposiciones en el Inserso para celadores, limpiadores, ordenanzas, etcétera, no se haya reservado ni una sola plaza especial en Madrid para discapacitados físicos o psíquicos (cometen la barbaridad de meter a todos en el mismo saco) y, para colmo, aunque no exigen más que estudios primarios, se permite la presentación de titulados superiores, contra los que es imposible competir.
Me pregunto qué ventajas tiene mi hijo de estar inscrito en el Inserso como minusválido psíquico ligero (33%), si no percibe una peseta como tal, por ser ligero, y nunca ha recibido una oferta de trabajo por parte de algún ente público. No hay mejor integración para alguien que no puede competir que ocupar un puesto de trabajo que le haga sentirse útil y aceptado. Lo demás son zarandajas.
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