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Línea "caliente" para cigüeñas

Unión Fenosa aisla sustendidos en Valdemingómez para evitar que las aves se electrocuten

A las cigüeñas madrileñas, al igual que a la mayoría de las aves, les gustan las líneas calientes. No se trata de los famosos servicios telefónicos eróticos, los denostados 903. Lo que realmente las engancha son los tendidos eléctricos de alta y media tensión, esas atalayas metálicas enhebradas por gruesos cables que les sirven de posaderos para otear sus dominios durante el día y de dormideros con calefacción incluida durante la noche. Pero tal querencia suele traer mortales consecuencias para las zancudas, problemas de suministro para los usuarios y una mala publicidad para las compañías eléctricas.Durante este verano, el tendido eléctrico cercano al vertedero de Valdemingómez se convirtió en un achicharradero de cigüeñas. Unas dos docenas de aves fallecieron electrocutadas en apenas un kilómetro de línea. Unión Fenosa ha decidido atajar el problema y, desde la semana pasada, una grúa especial y varios trabajadores maniobran en las proximidades del término municipal de Rivas-Vaciamadrid (20.000 habitantes). Aíslan las nueve torres más mortíferas de la zona. Una tarea sólo apta para especialistas en faenar con la línea caliente, o sea, con 45.000 letales voltios de tensión suspendidos en el aire.

"La técnica parece rudimentaria. El cable se rodea cuidadosamente con una cinta aislante autovulcanizable [al aplicar calor se suelda en una pieza firme] traída de Estados Unidos, que luego hay que calentar con un soplete para que se funda", explica Constantino Sainz, encargado de mantenimiento de líneas. Pero no es tan sencillo. La grúa que los suspende a siete metros de altura está totalmente aislada del suelo. El menor fallo podría fulminar dentro de las barquillas a los trabajadores. Éstos pueden enrollar cómodamente la cinta, de a 2.000 pesetas el metro, pero el peligro acecha a escasos centímetros: "Si rozan a la vez el cable y el soporte de la torreta, les ocurriría lo mismo que a las cigüeñas", alerta Sainz. Para aumentar la seguridad trabajan con guantes, y si estuvieran enrollando cables de 135.000 voltios (alta tensión), tendrían que utilizar un traje aislante especial.

Para hacer ecológico cada apoyo se necesita un día entero de trabajo y 120 metros de cinta (240.000 pesetas). La compañía eléctrica invertirá nueve millones de pesetas en esta actuación. "Estos trabajadores tienen un plus de peligrosidad, pero es un plus muy chico", se lamenta Celso Rodríguez, empleado de Elecnor, la empresa contratada por Unión Fenosa para este traba o especializado. Además, esa labor "acorta la vida sexual", confiesa el operario. "No se puede estar mucho tiempo seguido en esto".

"La línea que suministra a la depuradora suroriental está situada entre una zona estable de nidificación, ubicada en el término de Rivas, y el vertedero de Valdemingómez (municipio de Madrid), al que acuden a comer a diario", explica Ezequiel Martínez, un madrileño experto en estas aves que se encarga de elaborar desde hace 11 años el censo de cigüeñas de la Comunidad. "Además, muchos otros ejemplares utilizan estos parajes como área de descanso durante su migración hacia África" explica el ecologista.

Por este motivo, no es extraño ver a miles de cigüeñas que hacen parada y fonda en el mayor vertedero de la Comunidad. Las 110 hectáreas del basurero madrileño les proporciona tal cantidad de alimento que incluso muchas de ellas se niegan a proseguir el viaje y se quedan a pasar el invierno en el sur de la región. Es entonces cuando más accidentes se producen en los tendidos. Sobre todo cuando se juntan varias al calor de la línea y se rozan con las alas, cerrando un arco mortal.

Para aumentar su protección, también se ha dotado a 25 torres de la línea de Valdemingómez con unos posaderos: una barra horizontal separada 80 centímetros de los cables por dos soportes. Un asiento seguro.

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