El Centro de Investigación para la Paz propone democratizar las instituciones de Bretton Woods
El área de economía del Centro de Investigación para la Paz (CIP) también ha aportado opciones distintas a través del informe Cambio de rumbo: propuestas para la transformación del Banco Mundial y el FMI, realizado por José Antonio Sanahuja, licenciado en Historia Contemporánea y especializado en Relaciones Internacionales.El estudio desgrana cómo los países industrializados acaparan el 59% del poder de voto en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el 53% en el Banco Mundial. Cinco países -EE UU, Alemania, Japón, Reino Unido y Francia- controlan casi el 40% de ambas instituciones.
A partir de ahí, el informe del CIP señala cómo las instituciones de Bretton Woods son el brazo de los países ricos para imponer sus tesis a los países del Sur: "Los Gobiernos de Thatcher y Reagan vieron en el Banco un instrumento para imponer la ortodoxia liberal a los países del Sur".
Sanahuja reconoce que los proyectos ambientales del Banco Mundial han pasado de un 3% a un 8,4% entre 1990 y 1993; pero destaca precisamente eso, que siguen siendo sólo un 8,4%. El estudio critica que la principal parte de los créditos (15%) se destine al sector energético, y sobre todo a financiar centrales térmicas (las principales causantes del efecto invernadero). Para educación va un 9%; salud y nutrición, un 8%; y agua y saneamiento, un 5%.
Sumisión a programas
El CIP señala que desde la crisis de la deuda, en 1982, un centenar de países del Sur se han visto so metidos a los Programas de Ajuste Estructural (PAE) de estas instituciones, que se inmiscuyen en asuntos internos de esos países y obligan a sacrificar sus políticas sociales en aras de contener la inflación o la deuda. En definitiva, unos cuantos gestores a los que nadie democráticamente ha elegido acaban manejando el mundo. Y añade: "Los PAE también han tenido efectos ambientales dramáticos. Su orientación de exportar a cualquier precio para pagar la deuda externa ha significado a menudo sobreexplotar los recursos naturales -que componen en buena parte la cesta exportadora de los países más pobres- obteniendo precios internacionales cada vez más bajos".
El CIP concluye: "Tras la Guerra Fría, cada vez es más evidente la obsolescencia de las instituciones globales creadas tras la Segunda Guerra Mundial. Los enfoques monetaristas y de corto plazo del FMI y la visión economicista del desarrollo del Banco Mundial se han mostrado totalmente ineficaces para solucionar los problemas del Tercer Mundo". Dada esa inoperancia para zonas tan amplias como el África subsahariana, cada vez más empobrecida, habrá que cambiar. El CIP propone: "Reorientar al FMI a sus funciones monetarias originales, de forma que deje de inmiscuirse en la política económica de los países en desarrollo. Crear nuevos mecanismos de ayuda al desarrollo, desvinculándolo de la ayuda concesional del Banco Mundial, y sometiéndola al control de la ONU. Integrar plenamente las instituciones de Bretton Woods en un sistema de Naciones Unidas reformado, en estrecha coordinación con agencias como UNICEF. Democratizar el FMI y el Banco Mundial, con un nuevo sistema de ponderación de voto. Y reducir el monto de la deuda externa de los países en desarrollo, abordando por primera vez la condonación de las deudas con el propio banco".
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