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El FMI centrará sus debates en el control de los déficit

El Fondo y el Banco Mundial atenderán especialmente a los tipos de interés y las economías del Este de Europa

Madrid recibe a partir de mañana a más de 150 ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de todo el mundo para celebrar la asamblea anual conjunta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Será una ocasión para que los países industrializados pasen revista a sus políticas, los que están en vías de desarrollo hagan valer los crecimientos económicos que están registrando, y los más pobres hagan oir su voz. Los países del Este de Europa intentarán conseguir ayudas a cambio de rigurosos planes de ajuste. Pero ¿servirá para algo más? Algunos expertos lo dudan. Manifiestan que ambas son organizaciones muy "valiosas", y foros inmejorables para verse las caras, cambiar opiniones... Pero tomar decisiones es harina de otro costal.La agenda del FMI -la de su comité interino- incluye principalmente dos cuestiones: ampliar los recursos que el Fondo puede prestar a sus países miembros, y una nueva emisión de derechos especiales de giro, la moneda del Fondo, por valor de unos 50.000 millones de dólares. Sin desdeñar ninguna de ellas, ambas quedan lejos de los problemas que aquejan ahora a la economía mundial y que centrarán gran parte de las reuniones paralelas a la asamblea, y, sin duda, la del G7, los siete países más ricos de mundo. Entre ellas destaca la persistencia de altos déficit públicos, que están empujando al alza los tipos de interés, introduciendo así sombras importantes en el optimismo con que los ministros confirmarán que ha empezado la recuperación.

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Demanda de capital

"Por primera vez", dice José Luis Feito, socio-consejero de AB Asesores, "se recuperará la economía del conjunto de países de la OCDE, de América Latina, de Europa del Este y del sudeste asiático. Hay mucha demanda de capital y eso presiona al alza los tipos". El mantenimiento de los altos déficit públicos y el temor inflacionista en EE UU agudiza esta tendencia.

"Es una situación que hay que atajar", afirma José Juan Ruiz, director de estudios de Argentaria. "Es insólito que sean los países desarrollados los que importan capital". El nivel de deuda de esos países se sitúa ahora entre el 60% y el 120% del producto interior bruto (PIB), aproximadamente, "pero, además, si se incluye la deuda oculta, que son los compromisos que los Estados tienen con los ciudadanos, como las pensiones o las prestaciones de paro, los niveles de deuda se situarían entre el 150% y el 300% del PIB", añade. "Para que haya una nueva fase de crecimiento, los países desarrollados tienen que replantearse sus sectores públicos a fondo".

Ya el año pasado el FMI advertía en su asamblea del peligro de no reducir los desequilibrios presupuestarios. Y este año no se duda que hará otro tanto. Será un importante toque de atención a unos Gobiernos que se enfrentan a la falta de credibilidad en los mercados que son, en definitiva, los que están llevando los tipos de interés a largo al alza, arrastrando así a los tipos a corto, con el consiguiente peligro para la recuperación. Baste decir, por ejemplo, que en España el aumento de un punto en los tipos de interés supone unos 200.000 millones de pesetas de carga sobre la deuda.

"La libertad actual de movimiento de capitales", afirma Guillermo de la Dehesa, consejero-delegado del Banco Pastor, "resta poder a las políticas monetarias de los países". "Los tipos de interés de la mayoría de los instrumentos financieros los marca el mercado y las autoridades monetarias van cada vez más al día a día". "Ante esto", apunta, "el FMI debería reforzar su capacidad supervisora sobre el sistema monetario internacional".

El papel del Fondo Monetario Internacional en el futuro será otro tema oficioso de las reuniones. La mayoría de los analistas coinciden en que, tanto el Fondo como el BM, han contribuido de forma muy considerable al crecimiento de la economía mundial en su medio siglo de vigencia. Pero coinciden también en que ha perdido influencia sobre los países más desarrollados (el G-7 y el G-10). Algo "natural", según Miguel Angel Fernández Ordóñez, presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia. "El Fondo es como el médico", dice, "lo bueno es no necesitarlo". Y desde el año 1976 ningún país desarrollado ha necesitado de la ayuda financiera del Fondo para equilibrar su balanza de pagos.

José Juan Ruiz echa de menos, si no mayor poder del Fondo sobre los grandes, lo que como Ordóñez ve difícil, sí más coordinación entre el Grupo de los Siete y el propio FMI. Y José Luis Feito cree que las cosas están bien como están. "El Fondo", concluye, "tiene que adaptarse al papel que juega hoy. Es un magnífico servicio de estudios con responsabilidades muy cercanas a los responsables de políticas económicas con problemas".

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