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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Reto para Carlsson

LOS SOCIALDEMÓCRATAS han regresado al poder en Suecia después de tres años en la oposición. Durante este trienio, gobernado por una coalición conservadora reformista (el bloque burgués) bajo el primer ministro Carl Bildt, este país, que fue calificado de paraíso social, ha visto cómo se disparaba la crisis económica. El modelo sueco de bienestar ya había entrado antes en declive. Ahora, ya hasta la izquierda pone en duda su plena supervivencia.Si a los escaños socialdemócratas (162) se suman los ex comunistas (22) y los verdes (18), el conjunto de la izquierda tendría el 56,6% del voto o 202 escaños, frente al 41,3% y 147 escaños del bloque burgués. Aunque no se descarta una coalición con los liberales, lo más probable es que el líder socialdemócrata, Ingvar Carlsson, intente formar un Gobierno minoritario con acuerdos parlamentarios puntuales.

En todo caso, Carlsson sabe que lo que necesita es competitividad para financiar la conservación de buena parte del Estado de bienestar. El Gobierno conservador que interrumpió la larga hegemonía socialdemócrata intentó desmantelar ciertas fórmulas de ese sistema, ya en serias dificultades. Pero su política de privatización hizo que se disparara el paro, hoy ya situado en el 14% en un país acostumbrado a que no superara el 3%. Del déficit presupuestario, que asciende a 200.000 millones de coronas, dos tercios se destinan a pagar los subsidios de desempleo. El voto mayoritario -a favor de los socialdemócratas, y de la izquierda en su conjunto-, demuestra que los suecos se niegan a prescindir de uno de sus grandes logros: un Estado extremadamente igualitario con un gran colchón protector. Pero quizá haya identificado las siglas de los socialdemócratas con una política que éstos protagonizaron, pero que hoy tendrían graves dificultades en aplicar. Carlsson tendrá que imponer una dura política económica para reducir el déficit. Pero tendrá también que buscar un muy difícil equilibrio entre reajustes imprescindibles e impopulares y el mantenimiento de aspectos básicos del modelo sueco. Esto se lo exige el electorado. Dificil reto el suyo.

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