Limosna
El aumento de 7.500 millones de pesetas en las partidas de cooperación internacional suena a limosna. Nuestros gobernantes siguen sin darse cuenta de que la caridad es un acto insuficiente y que el ejercicio de la solidaridad obliga a más. Esas briznas de "buenas intenciones" con las que se disfrazan estos presupuestos se diluyen en el clamor de los gritos que exigen no sólo pan, sino también dignidad, progreso y justicia.Ante la magnitud del problema se destinan ínfimas cantidades y, lo que es más grave, no se habla de cambios en la concepción de esas ayudas, cambios que permitan una mayor eficacia a la hora de combatir el hambre, la enfermedad, la miseria y la muerte que azotan el planeta. ¿Cuánto tiempo seguiremos sordos ante tanta desesperación? Nuestro desarrollo puede y debe ser paralelo al de todas las sociedades de un mundo cada vez más globalizado. Por ello, los países del Norte deben tomar plena conciencia de su responsabilidad y encontrar los cauces para conseguirlo. El tiempo se agota y la Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior cuerda se tensa. Se necesitan medidas urgentes y operativas. La pasada cumbre de El Cairo y la próxima asamblea del Banco Mundial y el FMI no pueden ser estériles. Tampoco las acciones de nuestro país, que tanto se congratula de la lección de solidaridad que la sociedad española mostró ante Ruanda. ¡Actuemos ya! Por ellos y por nosotros. Por sus hijos y por los nuestros. Por todos, incluyendo a todos.- Miembro de la Comisión 0,7% del PIB, de San Sebastián.
