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Cultura repite un año más el sorteo alfabético de abonos para la ópera

Vicente González Olaya

El Ministerio de Cultura, entidad de la que depende el teatro de la Zarzuela, ha decidido repetir esta temporada el sistema de sorteo de abonos para la ópera, pese a que todos los solicitantes no cuentan con las mismas oportunidades. El reparto de abonos, que se celebrará a mediados de octubre, adjudica directamente 3.700 abonos en orden alfabético a partir de un apellido elegido al azar entre las personas que envían solicitudes. Para seleccionar el apellido se extraen de una bolsa dos bolas, cada una de ellas con una letra del abecedario español. Las dos letras forman el inicio de un apellido, y a partir de ellas se seleccionan los aspirantes por orden alfabético.

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El año pasado, las letras extraídas fueron la cu (q) y la equis, lo que desató las quejas de los aficionados que se apellidaban Quirós, "porque en castellano después de la cu va siempre la u, y nunca la equis" , dijeron. Pese a salir su letra inicial, los Quirós o los Quevedo no pudieron obtener abono. Habrían necesitado una doble y difícil combinación: la suerte de que salieran la cu y la u consecutivas. La casuística es interminable, y cualquier somero estudio matemático sobre letras y apellidos muestra que no todos tienen iguales posibilidades.Al repartirse 3.700 abonos entre 15.000 solicitudes y empezar el reparto por la combinación ,qx, los Quirós perdieron todas las posibilidades. Para recibir asiento en el teatro, el reparto tenía que dar la vuelta a toda la lista alfabética de candidatos que iban por delante de ellos en la relación. Los responsables del teatro, a pesar de no encontrar ningún apellido que comenzase por esas letras, decidieron pasar al siguiente candidato alfabético: los Ramírez.

Además, las personas que quieren obtener a toda costa un abono envían solicitudes con diversos nombres que cubran todo el abecedario. Salga el resultado que salga, siempre tendrán éxito. Sin embargo, los aficionados que actúan éticamente -envían una sola solicitud- cuentan con muy pocas posibilidades de obtener el preciado abono.

Los Llorente, fatal

En este último caso, sus oportunidades se reducen aún más si el solicitante se apellida Llorente o Aaron, por ejemplo, porque la letra extraída en primer lugar (la ele o la a) no vuelve al saco. Por el contrario, apellidarse Chamorro da doble oportunidad -al menos así ocurrió el año pasado-, porque este apellido dispone de la combinación de la ce con la hache y con la propia letra che, que se metió en la bolsa (no así la elle). Además, apellidarse Álvarez es más ventajoso que llamarse Hernández. Los primeros sólo tienen por delante las letras uve doble, equis, la i griega o la zeta, que dan inicial a muy pocos apellidos. Por tanto, si la suerte va a parar a una de ellas, los Álvarez obtendrán abono casi con seguridad. Sin embargo, los Haro o Hernández suceden a todos los miles de Álvarez, Fernández, García, González, o Giménez.

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Algunos aficionados proponen que, para que todos tengan las mismas oportunidades, habría que dar un número personal e intransferible a cada melómano conforme llega su solicitud al teatro. [El año pasado se descubrió que algunos aficionados enviaban por duplicado su nombre con sólo una pequeña errata en alguna letra. Por ejemplo, Carmen García y Carmen Garci. En caso de ser agraciados, lograban dos abonos]. Luego, se extraería en sorteo un número al azar y a partir de esta cifra se adjudicarían las butacas. "De esa manera sería prácticamente imposible que alguien distribuyese sus candidatos de manera estudiada a lo largo de la lista de participantes. Tendría que estar todos los días enviando cartas y ni aún así tendría la seguridad de haber conseguido buenos puestos".

El Teatro de la Zarzuela todavía no ha hecho públicos los precios de los abonos.

Se supone que serán más baratos que los del año pasado puesto que sólo dan derecho a ver cinco óperas, frente a las siete del año anterior.

El año pasado los palcos para seis personas tenían un precio de medio millón de pesetas, dos butacas de palco valían 80.000 pesetas y las butacas laterales no superaban las 12.000 pesetas.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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