El tributo de la solidaridad
El alcalde de San Fernando regreso con malaria de sus 'vacaciones' como voluntario en Ruanda
Luis Enrique Piñas, alcalde de San Fernando de Henares (27.000 habitantes) ha regresado de Ruanda "moralmente satisfecho, pero físicamente derrotado", por haber contraído la malaria, tras permanecer 27 días, sus vacaciones reglamentarias, en la frontera de Zaire donde ejerció su profesión de ATS atendiendo a los miles de refugiados que escaparon del horror de la guerra.Luis Enrique con los ojos humedecidos y los pelos de punta cada vez que recuerda su experiencia, asegura que cuando decidió irse con Médicos Sin Fronteras no se lo comunicó a nadie porque a Ruanda "fue la figura humana y profesional, la política se quedó en España". De los dos honores que dice tener, se inclina por "poder, servir a los demás" y regresar a aquel país, a pesar de la enfermedad que lo tuvo allí postrado en cama con más de 42 grados de fiebre. En segundo lugar quedaría haber salido elegido como máximo representante de su municipio.
La cruda realidad superó en el campo de Mugunga donde trabajaba a la idea que él tenía de lo que podía encontrar allí. "El silencio y la muerte" de muchas personas en sus brazos le impidieron pararse ni un minuto a pensar en la posibilidad de regresar antes de lo previsto a su pacífico y acomodado municipio. En su improvisada casa de la ciudad de Goma, descansaba lo que podía.
Una pequeña cortina acuosa se observa tras sus gafas, al relatar el momento más crudo de su estancia cuando tuvo que retirar a un bebé que intentaba mamar desesperadamente del pecho de su madre muerta. "En ese momento uno piensa que la vida de lo que llamamos el primer mundo, que allí es el cuarto, no tiene sentido".
"No se podía parar, comenzamos atendiendo enfermos de cólera y cuando comenzó a remitir esta enfermedad, apareció la disentería; luego, el tétanos y, más tarde, casos de meningitis", dice. Quizá lo peor, a juicio del alcalde, es 1a desnutrición que está acabando con los niños". Y añade: "A pesar del sufrimiento, nadie habla. Todos se abandonan a su destino y esperan la muerte. Es terrible".
Entre esta marea humana, los ciudadanos anónimos que están allí merecen toda su admiración. "Los problemas de aquí se empequeñecen pensando en aquello. Te parece que por algunos conflictos que se dan en nuestra sociedad no merece la pena preocuparse", explica el alcalde de San Fernando.
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