_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Morir durmiendo

El jueves 18 de agosto de 1994, Elías Canetti murió en su domicilio de Zúrich. Entreveo la noticia en el telediario. Veo sus fotos y, por primera vez, la expresión de su rostro en movimiento, sus ojos claros de una perpetua sinceridad. Nació en 1905 en Bulgaria; muere, palabra maldita para un luchador contra la muerte, a la edad longeva de 89 años.Aquellos que le conocieron le describen como alguien cortés y afable, al que la notoriedad agobiaba, y que, como enseña en su escritura, intentaba esconderse de las trampas y astucias de la fama, del poder.

Un testigo del alboroto y crueldad de este siglo, autor de una novela cruel y un ensayo tan ambicioso como el universo, ha entregado el testigo como vivió, en silencio, sin homenajes de Estado ni públicos duelos. En su último gesto también nos enseña algo: huir del poder y sus máscaras, el orgullo, la ambición, la fama.

El Canetti furibundo, novelista de una única novela, fanático, admirador de los animales, estudioso de los hombres de culturas tradicionales, con destellos tiernos cuidadosamente guardados entre las líneas de su obra, misterioso, paciente pastor de las palabras, siempre atento a que ninguna se perdiera, admirador sin límite ni doblez, detractor apasionado y dolorosamente acerbo, aquel que fue mil para no ser Canetti, siempre cambiando, nunca huyendo, ha sido alcanzado por la flecha, el emplazamiento se ha cumplido. Elías, terminaron sus metamorfosis, pero podemos seguir las nuestras. Gracias.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_