Alianzas 'roji-pardas'
LA AMPLIACIÓN del Gobierno rumano, que preside Nicolae Vacariou, dando entrada a dos ministros ultranacionalistas, del Partido de la Unión Nacional de Rumania (PUNR), conlleva serias amenazas para las futuras relaciones de Rumania con sus vecinos, en especial Hungría. Es una mala noticia más en ese panorama desolador que son hoy los Balcanes. El nacionalismo fanático es el principal peligro para la estabilidad europea. Lo demuestra de forma traumática Yugoslavia. Y si -fuera de la antigua URSS- hay otra zona particularmente sensible, en la que se acumulan factores generadores de enfrentamientos irracionales, y susceptibles de empujar a los Estados hacia conflictos graves, es la de los Balcanes orientales, y especialmente Rumania y su extensa región de Transilvania, en la que viven 1,8 millones de húngaros.El PUNR es un partido asentado, sobre todo, entre los rumanos de Transilvania, y partidario, como su nombre indica, de una "rumanización", de reducir o negar. los derechos de los húngaros a su idioma, a su cultura, a sus rasgos nacionales. Su radicalidad, militancia y métodos son ya conocidos en las ciudades que gobiernan en Transilvania. No es una paradoja que el partido del presidente Iliescu (FDLN) en Bucarest opte por dar entrada en su Gobierno a este partido ultranacionalista. Las alianzas roji-pardas, entre comunistas y ultranacionalistas, están proliferando en el este de Europa. Iliescu y su partido quieren seguir en el poder. Pocos dudan de que se aliarían con el diablo para ello. Cinco años después de la caída de Ceausescu, Rumania sigue sin poder liberarse del oscurantismo político. La nueva alianza en el poder no mejora los augurios.