Tragica luna de miel
"Pensábamos haber ido a Cuba, pero las cosasse pusieron feas allí"
"Pensábamos haber viajado a Cuba de luna de miel, pero las cosas comenzaron a ponerse feas allí y optamos por ir a Marruecos. Ahora está claro que la china nos iba a tocar de todas formas en un sitio o en otro", dice Doris Ocaña, de 22 años, con una mezcla de resignación y rabia.Doris Ocaña fue a Marraquech en viaje de novios y por poco no lo cuenta. Su cuñada, Antonia Cuevas, murió ayer cuando tres encapuchados barrieron a tiros el vestíbulo del hotel en que se alojaban en la citada ciudad marroquí.
Sus grandes ojos verdes reflejan el cansancio y la incredulidad de verse postrada en una cama de la policlínica del Sur, en Marraquech, entre sueros, escayolas y drenajes.
Una indisposición intestinal de Antonio Benítez, de 23 años, empleado de limpieza del Ayuntamiento de Marbella, su marido desde el pasado 14 de agosto, terminó de la forma más trágica jamás imaginada: su cuñada, Antonia Cuevas, muerta; ella, con 10 impactos de metralla explosiva que le han afectado principalmente a las piernas y a los brazos.
"¿Por qué nos dispararon?"
"No entiendo por qué han hecho esto. Si quieren robar que roben, pero ¿por qué nos dispararon?", se pregunta con extrañeza e indignación.
Jugarretas de la vida. Fue esa misma indisposición intestinal la que salvó á` su marido, que en el momento del atraco se encontraba en el cuarto de baño.
Doris Ocaña aún no sabe que su cuñada. ha muerto. Su hermano José Antonio, de 35 años, se sobrepone a la adversidad y sólo se rompe por su mujer muerta al abandonar la habitación del hospital en el que su hermana herida recibe cuidados médicos. "Fue todo tan rápido que no tuve tiempo de darme cuenta", afirma Doris.
"Estábamos en la caja del hotel para cambiar dinero cuando oímos algo y vimos a un niño corriendo y gritando. No entendíamos lo que decía, y entonces, de. golpe y porrazo, vimos a un enmascarado. El botones salió corriendo y la carrera nos contagió a todos. Lo que se oía eran disparos,. Nosotras huimos hacia el pasillo y nos escondimos detrás de una de las mesas bajitas que tiene.
Un hombre que parecía alto, encapuchado y con una metralleta, pasó por delante de nosotras corriendo sin vernos. Pero al volver sobre sus pasos, el tío nos vio allí agazapadas y descargó el arma contra nosotras".
¿Quiere decir que disparé a bocajarro? "Exactamente. Nos vio, apartó un sillón que había al lado y nos disparó. Entonces sentí que me había alcanzado en las piernas. Luego me he despertado aquí. Ya ves, es la primera vez que salgo de España y mira qué recibimiento".
Doris no alberga resentimiento contra los marroquíes. Asegura que las enfermeras y el personal médico que la atienden son "muy amables y atentos".
Sed y dolores
El miércoles lo pasó en duermevela. No sabía si era de día o de noche. Sólo tenía sed y dolores, especialmente en la pierna izquierda, donde la fractura y los desgarros por la metralla explosiva son mayores, y en el brazo izquierdo.
"Espero poder irme dentro de dos o tres días. Antes no me atrevo a montarme en el autobús", dice Doris Ocaña sin darse mucha cuenta aún de lo que ha pasado realmente.
"Decidimos hacer el viaje a Marraquech los cuatro juntos porque mi hermano y mi cuñada celebran el próximo mes de octubre 15 años de casados. Así fue como unimos el aniversario de ellos con mi luna de miel, pero ¡vaya en lo que se ha quedado todo!".
"¡Casarse para esto!"
"¿!Quién te iba a decir que ibas a casarte para esto!? ¿Verdad que si lo sabes no te casas?", bromea cariñoso José Antonio Ocaña, cuya esposa murió ayer ametrallada en la ciudad marroquí de Marraquech, con su hermana menor, Doris."Eso digo yo", responde Doris, mientras su marido, Antonio Benítez, le acaricia la mejilla casi con lágrimas en los ojos.
Pero José Antonio sólo es fuerte cuando Doris está delante; cuando tiene que fingir, para que ella no se lleve otro golpe, que su esposa está recuperándose en otra habitación. Pero al salir del hospital rompe a llorar de forma desconsolada.
"¿Qué le puedo decir cuando sé que mi mujer está allí abajo?", solloza refiriéndose al depósito de cadáveres, donde se encuentra el cuerpo sin vida de Antonia Cuevas, de 32 años, y el de Salvador Torras, otro español que había venido a pasar una semana en Marraquech.
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