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No pisar

Soy un pastor alemán. Llegué a Madrid desde Borussia a bordo de una patera rosa en 1992. Me habían dicho que Madrid es sucia, y parece cierto: no hay más que ver la rica variedad de mierdas que se aglutinan en sus aceras. Y digo mierdas porque, como soy alemán, no pronuncio bien las heces. He llegado a clasificar 183 tipos distintos de excrementos, de los que 130 son de origen canino y el resto de vagabundos psicópatas o fruto del apretón inoportuno de algún ejecutivo con prisa. Del total, un 92% están pisadas y el otro 8% aguardan, recién hechas, a que una suela las espachurre. Me indigna: ¿por qué la gente se empeña en patearlas sin piedad?, ¿por qué tanta mala educación cívica?, ¿son los madrileños tan ignorantes como se les supone, o se trata de los forasteros que, por envidia, desean destruir con su acción el equilibrio ecológico de la capital del reino? En mi país esto no pasa. Allí nadie pisotea cacas por la vía pública, incluso los dueños de los perros recogen las defecaciones (propias o de sus mascotas) con guantes profilácticos, las llevan a sus casas para ponerlas de adorno encima del televisor y, los que no tienen, las donan empresas fertilizantes o las regalan generosamente transeúntes con aspecto de coprófagos (sujetos egoístas que comen mierda sin ofrecer). Existe, en suma, consideración hacia las deposiciones de los animales. Eso es lo que yo quiero para Europa.Que conste que a mí, personalmente, las cacas me gustan; las de Madrid las considero únicas, están a la altura de las cacas colgantes de Cuenca, y sólo parecen ser capaces de respetarlas los perros cuando, con veneración, se acercan a ellas, las olisquean tratando de distinguir su procedencia, y valoran incluso la calidad artística de su modelado, pero nunca las pisan. Los humanos, en cambio, ni las miran y luego, una vez untados hasta los cordones, todo se les vuelve maldecir a los animales y al Ayuntamiento, mientras arrastran las suelas de los zapatos recreando el baile die Michael Jackson para deshacerse de ellas. Eso, los que tienen suela lisa, porque los que usan calzado tipo tanque han de recurrir a una ramita que, por cierto, con tanta escasez de árboles, no siempre es fácil de encontrar.

Dejando al margen lo que me divierte la cacofonía (el sonido que produce el zapato al presionar sobre la masa de hez) creo que las deposiciones, que tanto proliferan en Madrid, deberían respetarse sin pisar, son estéticamente más agradables enteras que extendidas durante varios metros, como un sucio reguero de sangre. Bien hace el Ayuntamiento en no retirarlas, así se ahorra unas pesetillas y decora la ciudad, pero hemos de concienciar al ciudadano de a pie que disfrute de ellas sin maltratarlas y, de pisar algo, que pise los salivazos, que también hay muchos.

En fin, yo es que soy un pastor protestante y por eso me gusta quejarme de todo.Escalope de Vega es un grupo formado por Alex Cabello, Miguel Gutiérrez y Luis Fernández.

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