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El Insalud anuncia el cambio de hospital para un paciente que falleció en junio

Vicente G. Olaya

La operación de desalojo del hospital Eloy Gonzalo, que el insalud ha condenado al cierre por su avejentado estado, llegó ayer a rozar el absurdo. La dirección del Insalud comunicó la pasada semana a la familia de uno de los internos su inminente salida hacia un centro sanitario de Salamanca. El organismo de la sanidad pública no había tenido en cuenta que Lorenzo García, el paciente que pretendía trasladar, había fallecido hacía dos meses en el propio hospital, según relataron ayer los familiares en la puerta del Eloy Gonzalo.Desde que el Insalud anunció por medio de telegramas o llamadas telefónicas su intención de repartir por España -en función de las camas que encontrara libres- a los enfermos crónicos internados, los familiares de los pacientes viven en auténtica zozobra. Álvaro Fernández, que padece parálisis cerebral y no puede hablar, debe "ponerse en contacto" con una residencia de Fuengirola para preparar su traslado, según se expone en un telegrama que recibió la pasada semana. Su hermano, un abogado de 79 años, amenaza con acabar la historia en comisaría. Hasta el momento han salido del centro dos pacientes, con autorización de sus familiares, a dos centros ubicados en la comunidad.

El caso de Lorenzo García, fallecido a finales del pasado!, junio, fue relatado ayer por su nuera, Dolores Delgado. Ésta recibió hace unos días una llamada del Insalud en la que se le comunicaba que el enfermo tenía cama en una residencia de un municipio salmantino.

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Las protestas de los familiares evitan nuevamente los traslados programados

"No recuerdo el nombre del pueblo que me indicaron porque me quedé sin habla", relataba Dolores. "Sólo pude contestar que el abuelo de mis hijos había fallecido en junio" comentó entristecida.Ninguna ambulancia vino a buscar a los enfermos de las camas 62 y 65, que esperaban ayer su traslado. "El Insalud se ha asustado y ha decidido retrasar las salidas", comentaban los familiares. Ninguno de los 55 enfermos terminales y geriátricos del Eloy Gonzalo sabe con exactitud dónde dormirá mañana. Desde la semana pasada la incertidumbre se ha adueñado de pacientes y familiares. El primero al que se le anunció un viaje a Fuengirola fue Higinio Cabello, de 84 años. Su hija, Lucía, tras denunciar a la opinión pública el forzoso traslado de su padre, consiguió que el Insalud diese marcha atrás. El ministerio inició nuevas conversaciones.

Sin embargo, esta misma semana los intentos de traslado volvieron a repetirse. El martes, Natividad Virretti, de 84 años, inconsciente por un infarto cerebral, y Delfina Giménez, de 68 años, con demencia senil, fueron las siguientes elegidas. La oposición familiar y el empeoramiento de los enfermos impidió su salida.

El miércoles, José María Lara y Regina Blanco, octogenarios, partieron rumbo a Alcalá de Henares y la clínica Sear. Sus familiares dieron su consentimiento, en medio de las protestas del resto de familias.

A pesar de estos intentos fallidos para trasladar a los pacientes, las tentativas se repiten diariamente. Pedro Fernández es un abogado jubilado de 79 años. Desde hace 18 meses visita diariamente a su hermano de 73 años. "Álvaro está grave. Sufre un infarto cerebral y, por el momento, tiene el cuerpo paralizado. Tampoco tiene habla". Sin embargo, anteayer, Álvaro Fernández recibió a su nombre un telegrama en su domicilio. "Le decían que se pusiera en contacto con una residencia de Fuengirola para ultimar su traslado. ¡Hasta le indican el número de teléfono al que debe llamar!", asegura Pedro Fernández con el telegrama en la mano. "No hay derecho a esto. Jamás he pedido que se lo lleven a Fuengirola. Si intentan trasladarlo, me voy directamente a la comisaría. La ley se lo impedirá. ¿Por qué no vienen los políticos a ayudarnos?", exclama.

Coacciones y pretextos

El caso de Delfina Giménez, de 69 años, es diferente. Hace unos días estuvo a punto de ser trasladada a la residencia Sear. Su marido, Diego Prado, en el último momento negó el permiso. "Me dijeron que ese sanatorio no está en condiciones de recibir enfemios". Ayer Prado fue llamado por los responsables del hospital para negociar de nuevo su salida. "Ni me molesto en responder a sus llamadas. No me van a coaccionar ni convencer con ningún pretexto", clamaba emocionado a las puertas del hospital.

Los familiares de los enfermos constituirán la próxima semana la Asociación de Familiares de Pacientes del Eloy Gonzalo. "Su finalidad será defendemos unidos del atropello que sufren nuestros seres queridos", comentó ayer José Antonio Medina, que tiene ingresados en este centro a sus suegros. Un abogado, Francisco Castro, tramita los papeles para convertirlos en asociación: "Legalmente nadie puede obligarles a marcharse a lugares tan alejados como Fuengirola. Es un derecho constitucional", añadió.

Este periódico no pudo ayer contactar con los responsables de Comunicación del Insalud para contrastar las aseveraciones de los familiares. "En verano no abrimos por la tarde", respondió una voz de ese departamento ministerial.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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