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LA LIDIA: FERIA DE MÁLAGA

Aguantar la mirada

Antonio Lorca

No debe de ser fácil aguantar la mirada de un toro. Sobre todo, por la creencia de que, cuando mira, es porque quiere coger. Y los toreros lo saben. Por eso, la mayoría no aguanta ni la de un mosquito afeitado. Pese a ello, se hacen llamar figuras.Los toros de Buendía resultaron curiosos. Miraban al tendido, a la arena, al cielo e, incluso, a los toreros. Y hasta ahí podíamos llegar: a las figuras no hay que mirarlas, que se asustan. Además, fueron -los toros- mansos, flojos, parados y descastados. Una birria de toros que ni eran bravos, ni embestían, ni nada. Bueno, pero miraban.

Los toreros de la tarde no estaban dispuestos a soportar ni una sola mirada. Así, entre los tres y con la colaboración de los toros, protagonizaron un festejo desdichado para la Fiesta. Entre los tres, un mitin. impropio de las llamadas figuras; un escándalo y una insultante falta de respeto al público. Lo extraño e increíble es que, a pesar de ello, la Fiesta siga viva.

Buendía / Rincón, Joselito, Finito

Toros de Joaquín Buendía, bien presentados, mansos, flojos, descastados. César Rincón: silencio; palmas. Joselito: ovación; silencio. Finito: silencio; bronca. Plaza de toros de Málaga 18 de agosto. 6ª de feria. Casi lleno.

Al primer toro de Rincón lo enseñó a embestir Vicente Yesteras cuando lo lidiaba en el tercio de banderillas. Pero el maestro, que no quería ser mirado, adoptó precauciones excesivas, se olvidó del magisterio de su subalterno y no aprovechó la escasa codicia de su oponente. El animal era incómodo, pero el torero no tenía fe alguna en superar la más mínima dificultad. Se armó de valor y realizó un gran esfuerzo en el otro. Lo recibió animoso con el capote y parecía que la decisión borraría la desesperanza. Pero no pudo ser. Una serie aceptable de naturales y pare usted de contar. Seguro que el toro lo miró, porque Rincón no quiso ni verlo a la hora de matar.

Joselito estuvo muy torero en su primero. Brilló -a gran altura. por verófiicas y un quite por delantales. Con la muleta, se lo ¡levó toreramente por bajo a los medios, lo cuidó y lo toreó con ortodoxia y naturalidad. No fue un conjunto apasionante, pero sí armónico y estético. Muy torero, de nuevo, por verónicas a pies juntos en su segundo, un ajustado quite por chicuelinas, y el toro que le da un susto a un banderillero. Seguro que lo miró. A partir dé ahí, cambié por completo el panorama. Joselito cogió la muleta y lo mató alevosamente. Para que no mirara más.

Y Finito, viendo lo que habían mirado !os demás, y dado que sus toro, no eran ciegos, se los quitó de encima de mala manera, tras estar torpe e inseguro.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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