La paciente revancha del contraespionaje francés
El asesinato de dos agentes hizo de la caza de Carlos una cuestión de honor
Desde la muerte por Carlos de dos inspectores de la Dirección de Seguridad del Territorio francesa (DST), el 27 de junio de 1975, en un apartamento de la parisina calle Toullier, el servicio de contraespionaje convirtió la captura de El Chacal en una cuestión de honor. Ilich Ramírez Sánchez ha mantenido siempre en jaque a la policía y a la justicia. En julio de 1991, se notificó al asesino, en su ausencia, en ese mismo inmueble de la calle Toullier, que estaba procesado. Carlos fue condenado en rebeldía un año más tarde a cadena perpetua. Pero él continuaba libre.La captura llegó en Sudán. Fue una maniobra policial y judicial púdicamente calificada de "actuación un poco excepcional". Para obtener, su detención y la inmediata entrega de Carlos a Francia, había que demostrar la existencia de una demanda judicial, pero de manera que se evitase el proceso más largo y complejo de una petición de extradición. Fue un informe de la DST de junio pasado, sobre el atentado de París en abril de 1982, lo que sirvió al juez Bruguière para emitir la orden de detención. Esa orden era internacional, pero se llevó a cabo en el más absoluto de los secretos y sin que saliera de las fronteras francesas, para no hacer saltar la liebre.
Hasta que El Chacal se presentó ayer oficialmente ante el juez Bruguière, toda la operación estuvo exclusivamente en manos policiales. El desenlace comenzó como requiere la tradición policial con una buena confidencia.
Fue a principios de año cuando los servicios de espionaje de un "país amigo" revelaron a la DST la presencia del mercenario venezolano en Jartum, con falsa identidad y pasaporte falso. La policía francesa pidió a la sudanesa que investigara los hechos. "A veces, esperábamos que Carlos nos fuese entregado, a veces, nos desilusionábamos", reconoció ayer el ministro del Interior, Charles Pasqua. Mientras, varios agentes de la DST se paseaban por la calles de Jartum.A ellos se unió el general Philippe Rondot, antiguo oficial del servicio de acción de la Dirección General de la Seguridad Exterior, que pasó años buscando a Carlos y en estos últimos momentos jugó un papel primordial, junto con un equipo de palestinos, para localizar y fotografiar al fugitivo. Con las pruebas en la mano, las últimas reticencias sudanesas fueron vencidas por la carta que Pasqua envió a su homólogo, el general Al Tayeb Ibrahim Mohamed Jeir.
Pero hubo mucha angustia y mucha incertidumbre en los momentos que precedieron a la detención. Pasqua temía que la campaña en Francia contra los simpatizantes del Frente Islámico de Salvación argelino (FIS), a raíz del asesinato en Argel de cinco franceses el 3 de agosto por extremistas islámicos, provocase una reacción negativa entre las autoridades de Jartum y se fuese al traste la operacion Carlos. El éxito alcanzado ha hecho concebir a las autoridades francesas la certeza de que existen "signos de evolución" sobre el tablero del terrorismo internacional.
Carlos recibió un primer golpe importante con la caída del muro de Berlín, que arrastró a sus principales apoyos en el Este de Europa. Después, en septiembre de 1991, Siria, país que le ofreció durante mucho tiempo refugio, protección y ayuda, dejó de considerarle un huesped bienvenido. Trípoli: y Damasco comenzaron entonces a reenviarse la patata caliente de Carlos hasta que éste viajó a Yemen. En un momento de ese curioso baile diplomático, Libia estuvo a punto de entregar a la DST a su preciado fugitivo. Pero la DST hubo de esperar más. Fue necesario que el mercenario se encontrara totalmente aislado y privado de sus apoyos tradicionales para lograr cazarlo.
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