Leguina 'indulta' al hombre que mató a un lagarto
Matar por hambre tiene perdón. Amador Ruiz, alias El Matador, de 52 años, y su hijo Miguel, de 24, vecinos de Pozuelo, no pagarán las multas de un millón de pesetas que les impuso a cada uno la Agencia de Medio Ambiente (AMA) por matar a un largato verdinegro protegido por la ley.El presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, descalificó el sábado ante sus asesores la medida de la AMA al comentar: "Teniendo en cuenta las circunstancias de estas personas y que lo hicieron sin mala fe, no pueden pagar esas multas".
Los indultados, un pensionista y un tapicero, llevaban toda su vida cazando reptiles . para alimentarse e ignoraban la distinción que hace la ley de estos saurios. Amador y su hijo respiraban por fin ayer. "Le agradecemos mucho a ese señor que nos perdone", decía Amador, "porque yo, si sé que está protegido, no lo mato. Le aseguro que nunca más volveré a matar animales en el campo".
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"La carne blanca del lagarto estaba muy rica guisada con cebollas"
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El anuncio del perdón, aunque no se ha materializado oficialmente, fue efectuado el pasado sábado al inaugurar Leguina un parador regional en la sierra de Madrid. Allí, el presidente autonómico comunicó a su séquito que se le condonará la sanción al multado.
Acaban así para Amador los meses de desazón, ya que desde el pasado marzo, cuando recibieron la multa, ha estado desmoralizado y hundido.
"Desde que tenía 11 años y salía al campo con mi padre, mataba culebras y lagartos, porque esa carne blanca estaba muy rica guisada con cebollas. Mi hijo ha aprendido lo mismo de mí".
Para la familia Ruiz, el 20 de junio de 1993 quedará marcado como el día en que cambiaron sus hábitos: "Ahora ya no podré cazar ningún animal. Hombre, alguna rata que vea sí, porque ésas son malas, pero esa carne no me la comeré", añade Amador.
El día que fueron sorprendidos, Amador y su hijo salieron, en compañía de un amigo, de su casa en Pozuelo hacia el río Alberche, en Chapinería. Al volver observaron un lagarto verde, y Amador cogió un canto, con el que alcanzó al reptil, y luego, con otra piedra, lo remató. La escena fue presenciada por una pareja de agentes de la Guardia Civil, que les anunció que iban a ser multados por matar al lagarto.
Seis meses después recibieron la sanción, donde se les anunciaba una multa de un millón de pesetas, a cada uno, por matar un lagarto verdinegro (Lacerte viridis). Como Amador no sabe leer ni escribir, un hijo le leyó la denuncia.
"Me asusté, porque, ¿cómo iba a pagar eso si yo no tengo dónde caerme muerto? Soy pensionista, cobro 50.000 pesetas y vivo en una casa baja con toda mi familia". Entonces, pensó en recurrir al cura de su pueblo, "porque agarrarse a ello siempre da buenos resultados", dice Amador. El párroco de la localidad le recomendó que hiciera una recolecta para pagar la multa y la familia Ruiz distribuyó por los bares de su pueblo varias huchas con las fotocopias de la multa. De esta manera, sólo consiguió el escarnio y la burla de sus amigos.
Ahora, con la absolución de Leguina, las cosas han cambiado para la familia Ruiz: "Pensaba que íbamos a ir a la cárcel, pero con el perdón de este señor he visto que me entiende. Ahora seré el primer protector de los animales", promete Amador.
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