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HUGO: SEROPOSITIVO DESDE HACE SEIS AÑOS Y MEDIO

"Aspiro a independizarme de mi sida"

Cada vez hay más enfermos cuyo espíritu y físico se imponen al mal

Ana Alfageme

Hace años le conocían en el ambiente homosexual de Madrid como Hugo el guapo. Ahora dice que está gordo, pero reconoce que sus ojos, bajo una mata de pelo castaño, siguen siendo magnéticos. Acaba de cumplir 40 años y aspira -escribiendo y traduciendo- a independizarse de todo, incluida la enfermedad.La enfermedad. Por decir algo, ya que Hugo es seropositivo desde enero de 1988 y menos de un centenar de linfocitos TCD 4 le diferencian de cualquiera que no esté infectado. Tiene más de 900: es decir, el barómetro del sida es mejor que bueno y él se siente estupendamente. Es más, ni recuerda cuándo tuvo un catarro. Pertenece al porcentaje de seropositivos (entre el 8 y el 20%, según una reciente investigación británica) que desarrollan el sida mucho más tarde de lo habitual o incluso no lo desarrollan nunca, sin que aún se conozcan los motivos.

"Los últimos cuatro años", dice Hugo, "los linfocitos no han dejado de subir". Él lo atribuye a su sistema de vida y a "una serie de alquimias personales". Y cree que lo que ocurre es que el consciente, el empeño en no dejarse llevar, gobierna su inconsciente. Y es así como su cabeza ha controlado su sistema inmunitario.

Aprovechar el tiempo

Pero Hugo sigue siendo el mismo. "Esto no me ha cambiado". Lo único que cambia, dice, es que si eres seropositivo desperdicias menos el tiempo. Hugo vive en Madrid, ahora con su hermano, antes con un amigo -"no un amante", subraya-, y hace la vida de cualquier soltero: "Trabajo, voy al gimnasio, salgo, tomo copas y hago el amor", dice riéndose. Tiene una relación muy especial con sus amigos y su familia, sus padres, sus 10 hermanos y dos ahijados a quienes mima.El resultado de aquellos análisis, en enero de 1988, fue toda una sorpresa para él. "Pensaba que a mí no me iba a pasar", decía el martes Hugo por teléfono, desde su escondite estival en Almería, "pero mi vida no cambió en absoluto; de hecho estaba preparando unas oposiciones y seguí con ello". Cuando él lo supo, lo comunicó a su familia y sus amigos. La reacción fue muy buena: "No sé, notas que te quieren más". Al principio se volvió hacia sí mismo, pero no se permitió hundirse.

Dice que lo más peligroso de su vida actual es acudir a un grupo de autoapoyo de seropositivos que se reúne una vez por semana. "No lo hice para ayudarme, sino por los otros, para dar testimonio". De eso hace un año y Hugo tiene a gala que el ambiente, gracias a su contribución, ha mejorado. "Y por lo demás, hago vida normal, tengo todas mis energías en escribir y quiero publicar dos novelas..."

Algún grupo de enfermos de sida norteamericano tiene un lema parecido a éste: "Hay que estar aquí para cuando llegue la cura". Hay que resistir, en una palabra, hasta que algo estrangule la plaga. "Es la gran pregunta", dice Hugo. "Temo la enorme competitividad industrial, yo creo que hay ya algo, pero la lucha de intereses es tan tremenda..."

Hay un momento en que Hugo habla del virus de una forma incluso hermosa. "Quiero que el virus se sienta tan a gusto dentro de mí que hasta se duerma", dice. Él le ayuda a dormirse con control mental, ajo, homeopatía, un cóctel de vitaminas y un antioxidante. A veces teme el sufrimiento, la degradación. Pero nunca piensa en la muerte.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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