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Los países del Este dan la espalda a Rusia para comerciar con Occidente

Después de la revolución política y la ruptura de. los lazos con el comunismo, los países del Este y Centroeuropa han dado la espalda al comercio con la antigua potencia hegemónica, Rusia, y se han volcado hacia Occidente, su nuevo socio y, cada vez más, su nuevo mercado. Esta fascinación por la relación comercial con Occidente resulta abrumadora si se atiende a las cifras de exportaciones e importaciones.

Al tiempo que ha crecido espectacularmente el comercio con Occidente, se han reducido los intercambios entre los propios países del Este y Centroeuropa, ligados durante décadas en un sistema dirigido de relaciones comerciales orientado según las necesidades del inmenso mercado de la Unión Soviética.Actualmente, la República Checa, por ejemplo, lleva a cabo el 75% de su comercio exterior con los países de la Unión Europea (UE) y los que aún forman la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), pero en sus intercam bios son todavía mayores las importaciones que las exporta ciones. En Polonia comienzan a oírse voces que reivindican una recuperación de los lazos comerciales con los países vecinos, aunque sin auténtico entusiasmo.

Realmente poco eco tiene de momento la propuesta de resucitar el rublo transferible, moneda que aseguraba la existencia de los intercambios dentro del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), el arítiguo mercado común comunista, y algunos tachan de nostálgicos a quienes plantean la fórmula.

Gran parte de la industria polaca ha sufrido enormemente las consecuencias de la desaparición de esas relaciones privilegiadas del pasado, pues en algunos sectores la producción estaba orientada casi exclusivamente a suministrar al mercado soviético.

Así, mientras las exportacíones polacas a la URSS alcanzaban en 1988 un valor de 7.693 millones de dólares, en 1993 la cantidad correspondiente a las ventas realizadas a Rusia y otras repúblicas de la CEI sumaba sólo 1.108 millones de dólares.

Obligados por el sistema vigente en el CAME, se ha demostrado ahora que los polacos, como los checos o los húngaros, mantenían relaciones comerciales con otros países más pobres, sólo en función de intereses extraeco nó micos. Así, no hay más que ver la caída de las exportaciones hacia Albania: Polonia vendía a aquel país en 1988 por valor de 27 millones de dólares, y en 1993 sólo lo hizo por seis millones.

En Hungría se insiste en que no se ha dado voluntariamente la espalda al comercio con la ex URSS y los demás países ex socialistas, sino que se trata únicamente de que es difícil obtener rentabilidad de esos intercambios. Al primer Gobierno democrático húngaro, el del fallecido Jozsef Antall, se le reprocha, sin embargo, haber roto por motivos políticos los lazos comerciales con la URSS. Ahora, los empresarios magiares descubren que hacer negocios con la CEI es posible, sobre todo si la base es el trueque. El Gobierno social-liberal de Budapest favorece una recuperación de los intercambios con Rusia y las demás Repúblicas de la CEI.

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