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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fisuras serbias

'POLITIKA', OTRORA un gran diario europeo, es, desde hace unos años, el órgano de propaganda de Slobodan Milosevic. Cuando el presidente serbio quería convencer a sus compatriotas de que todos los albaneses son criminales; todos los croatas, nazis, y todos los musulmanes, traidores a exterminar, recurría a Politika. Ahora se trata de convencer a los serbios de Bosnia de que deben sacrificarse por el bien de la nación serbia, y especialmente por el del régimen que Milosevic preside. Que deben aprobar el plan de paz que les ha sido presentado por el grupo de contacto (Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia y el Reino Unido).El comunicado emitido por el presidente de Serbia y publicado ayer por ese diario de Belgrado descalifica con rotundidad la postura de la dirección de los serbios bosnios en contra del plan de paz. Tanto en la forma como en el, fondo es una declaración de guerra a los dos principales dirigentes de los serbios bosnios, Radovan Karadzic y su jefe militar Ratko MIadic. Ambos han sido nombrados, apoyados, aupados y protegidos por Milosevic durante estos dos años y medio de guerra y carnicería. Son gestores de la operación de creación de la Gran Serbia homogénea y étnicamente limpia, cuyo máximo artífice es precisamente el presidente Milosevic.

Pero el líder serbio tiene hoy otras prioridades que las de sus ex protegidos en Bosnia. La amenaza de un reforzamiento de las sanciones contra Serbia y Montenegro firmada por todos los miembros del grupo de contacto -incluidos los rusos- ha sido tomada en serio en Belgrado. También la oferta de, en caso de que los serbios de Bosnia firmaran el acuerdo de paz, un levantamiento de las sanciones impuestas a Serbia y Montenegro por las Naciones Unidas. No es que los objetivos de Karadzic y Milosevic difieran. Quieren ambos una unificación de Serbia con los territorios que el Ejército yugoslavo y las fuerzas militares serbias autóctonas han conquistado en tres años de guerra en Croacia y Bosnia.

Pero Milosevic cree necesario postergar este objetivo porque la escalada de la guerra que es previsible si el plan no se aprueba amenaza ya realmente con involucrar directamente a Serbia en el conflicto. Y un reforzamiento de las sanciones, con voluntad real de acabar con su violación sistemática en la frontera con Macedonia -y no sólo allí-, podría suponer el estrangulamiento definitivo de la economía de Serbia y una inestabilidad que el presidente ha logrado evitar hasta ahora con una: muy medida mezcla de represión y apelaciones a los instintos patriótico-tribales.

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Milosevic ya se declaró una vez favorable al plan Owen-Vance de repartición de Bosnia, que después fue liquidado por Karadzic y MIadic. Es difícil prever las consecuencias de este nuevo enfrentamiento, sin duda más grave. Las fuerzas serbias en Bosnia no podrían aguantar unos meses de guerra sin el apoyo general y el suministro que desde el principio de la contienda le ha brindado Belgrado. Pero es muy dudoso que Milosevic pudiera imponer a su propio aparato del Estado unas sanciones contra los hermanos serbios, cuya actuación él inspiró, organizó y apoyó desde un principio.

El pulso entre Milosevic y Karadzic puede ser peligroso para ambos. El presidente serbio ha demostrado que sabe deshacerse de antiguos protegidos que se vuelven díscolos. Pero la impresión de que Milosevic traiciona a los serbios bosnios, a quienes, como bien decía ayer el líder ultranacionalista serbio Seselj, él lanzó a la guerra, puede también reforzar a aquellos en Serbia que buscan un final del conflicto a través de la victoria final y general, y no con fintas tácticas. Son muchos en las Fuerzas Armadas y en la población que, dada la falta de decisión de Occidente, no creen en las amenazas exteriores. En todo caso, estamos ante fechas capitales en la guerra de los Balcanes. Si Milosevic logra imponer el plan de paz a los serbios bosnios puede que Serbia y los territorios ocupados bajo Karadzic entren en una fase de inestabilidad interna grave. Si no lo hace, con la entonces casi inevitable escalada bélica, los peligros pueden ser aún mayores.

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