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Los puertos del norte vuelven a la normalidad, aunque los boniteros no bajarán la guardia

Los puertos del Cantábrico recobraron ayer la normalidad, una vez que la flota decidió deponer el bloqueo contra el uso de artes ilegales por pesqueros franceses. Los pescadores, en todo caso, han advertido que reanudarán las protestas si se volvieran a constatar actuaciones fraudulentas y el presidente de la cofradía de Bermeo amenazó con medidas violentas contra las empresas mayoristas y conserveras que adquieran bonito francés. En este conflicto, hay otro claro contencioso económico: Francia pesca para España, su primer comprador. Las importaciones del país vecino superan las 92.000 toneladas-año por valor de 34.000 millones de pesetas, tres veces superior a nuestras exportaciones.

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Entre hoy y mañana volverán a la mar de nuevo los pesqueros que habitualmente participan en la costera del bonito. En el sector pesquero del Cantábrico se estima que aún quedan jornadas suficientes para recobrar en parte los ingresos perdidos como consecuencia del paro realizado en protesta por la utilización de redes ilegales por parte de los pescadores franceses. El patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Gijón, Juan Antonio Ruiz, expresó su confianza en que se utilice todo el celo preciso en la vigilancia de las mallas y también del pescado importado que haya sido capturado con artes no permitidas por la Comisión Europea.Desde Bermeo la advertencia tenía un cariz distinto. José María Gabancho, presidente de la cofradía de ese puerto guipuzcoano, aseguró: "Aquel comprador [en referencia a mayoristas y conserveros] que adquiera pescado francés que se atenga a las consecuencias. Vamos a ir a por él, a destruirlo". Añadió que, además, están dispuestos a quemar camiones franceses como represalia.

Ese tenso ambiente se apreció también ayer en Oiartzun (Guipúzcoa), donde militantes del sindicato radical LAB portaban una pancarta con el lema "Contra las importaciones" y realizaron pintadas en dos camiones, uno danés y otro francés.

Mientras, el presidente de Greenpeace España, Xavier Pastor, mostraba su apoyo a los boniteros españoles, porque utilizan métodos ecológicos, pero denunció la existencia de 30 barcos nacionales que utilizan redes ilegales "y hacen un flaco favor a la razón moral de los españoles". Asimismo anuncio que el Rainbow Warrior zarpará en los próximos días hacia el Atlántico para actuar contra la flota gala que utiliza redes de deriva.

Desequilibrio comercial

La guerra del bonito es, además, una clara muestra del fuerte desequilibrio en las relaciones comerciales entre Francia y España. Así, las importaciones españolas de productos de la pesca franceses-durante 1993 ascendieron en 1993 a más de 92.000 toneladas, lo que supuso más de 4.000 millones de pesetas. España acapara el 33% de todas las exportaciones, de pescado francesas especialmente en productos frescos y de alto valor, como el rape o la merluza, mientras en casos como la anchoa sus ventas se centran casi exclusivamente en el mercado español.Esta situación de fuertes importaciones francesas ha supuesto que la balanza comercial pesquera entre ambos países, que en 1985 tenía una cobertura del 45%, actualmente sea sólo del 16%. Frente a las aproximadamente 36.000 toneladas que importaba España de Francia de productos de la pesca en 1986, en este momento se han superado las 92.000 toneladas, dándose el caso en algunas especies donde las capturas francesas están totalmente enfocadas y se hacen en función de su comercialización posterior en el mercado español.

Con 48,2 kilos por persona y año, España es uno de los consumidores más importantes de productos de la pesca en la Unión Europea y en el mundo. Esta alta demanda ha contrastado tradicionalmente también con la no existencia de los recursos suficientes para atender a la demanda interna ante el agotamiento de los caladeros propios. España cuenta con una producción propia en torno a 1,4 millones de toneladas métricas, entre pesca y acuicultura para un consumo interior de 1,9 millones de toneladas, lo que hace indispensable la importación de unas 850.000 toneladas, frente a unas exportaciones de poco más de 300.000 toneladas.

De las importaciones españolas de productos de la pesca, la mayor parte corresponden a terceros países, 570.000 toneladas en 1992, donde destacan las compras en Chile o Argentina. Del resto de la Unión Europea, las importaciones de productos de la pesca ascendieron en 1992 a 264.000 toneladas, de las que una tercera parte proceden de Francia. En conjunto, la tasa de cobertura en 1993 se sitúa en torno al 24% frente a casi el 70% que tuvo hace una década.

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