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El 'placer' de las telenovelas

Un estudio supere que estos programas son hechos culturales transclasistas

La telenovela no es un producto sólo apto para mujeres y pobres incultos, y ni siquiera tampoco para viejecitas y poblaciones desheredadas, como se solía pensar hasta que algunos investigadores americanos comenzaron a analizar los usos sociales del género. En América del Norte, concretamente en México, un equipo de investigadores encabezados por el sociólogo Jorge González ha reunido por primera vez en un mismo estudio el análisis de la recepción de las telenovelas con el de su producción. El resultado final de este largo y complejo trabajo titulado La cofradía de las emociones interminables se publicará el próximo otoño. Algunas de las sorpresas que depara fueron adelantadas a EL PAÍS por el profesor González.Uno de los descubrimientos del equipo mexicano es que la telenovela "se ha ido convirtiendo progresivamente, desde 1970, en una de las más grandes y complejas industrias de México, y que funciona como columna vertebral de la televisión y del mundo del espectáculo", señala el sociólogo, quien asegura que lo mismo ocurre en Venezuela y Brasil, otros dos grandes países productores de este formato televisivo.

"La telenovela", subraya González, "es también uno de los productos más exportables de México, ya que sólo en la década de los ochenta vendió más de 200.000 horas a las televisiones de todo el mundo y las cifras van en aumento. De hecho, a escala nacional, es el tipo de programación que seduce a las mayores audiencias, ya que una gran mayoría de mexicanos en edad activa ve telenovelas. En total, de los 100 millones de habitantes de México, se calcula que al menos 40 millones de personas sufren y gozan con estos programas.

La razón del éxito de la telenovela también apareció con claridad en esta investigación del Programa Cultura de la Universidad de Colima. Se llama placer. Jorge González asegura que ver telenovelas "produce placer en estado puro", y que si una parte de la intelectualidad reinante las denigra, "es porque no les ha dedicado el tiempo suficiente para entenderlas, al considerarlas algo nimio y bajo". Lo que se preguntan los investigadores de Colima es: ¿cómo puede ser banal una industria que exporta a 140 países y que moviliza un mecanismo de producción tan sofisticado y unas audiencias tan enormes? "Lo cierto es", sostiene su director, "que la telenovela es un hecho social cultural transclasista. Lo cual explica que en México su horario de programación sea el de la noche, con las mayores audiencias".

Según las encuestas realizadas entre 1985 y 1991 con una muestra de 1.800 familias, 6 de cada 10 miembros de la alta burguesía local afirmaban sin rubor ver telenovelas. "Con el público masculino ocurría algo diferente, ya que no revelaba siempre sus verdaderas aficiones: aunque sólo 4 de cada 10 hombres entrevistados decían ver telenovelas, eran muchos más los que a través de bloques de preguntas indirectas demostraban estar al tanto de lo que les sucedía a los protagonistas de los éxitos del momento".

Otro hallazgo inesperado de la investigación es que con las telenovelas "es posible recuperar una comunicación afectiva que se encargaron hace tiempo de cancelar la pesada rutina de todos los días o las diferentes trayectorias familiares", concluye González.

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