Aniversario de la revolución cubana

El 26 de julio se celebró un aniversario más del inicio de la revolución castrista, que el criterio oficial sitúa en el ataque al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, la madrugada de ese día. ¿Y cómo festeja este "histórico acontecimiento" la dictadura? Pues enlutando al país con el asesinato de 40 cubanos -sin hacer distinción de edad, sexo ni raza- que murieron ahogados cuando el remolcador en el que trataban de escapar del infierno en que se ha convertido su patria, y buscar un destino mejor, fue embestido por una embarcación de la policía política que los perseguía. Sin contemplaciones fueron echados al mar utilizando potentes mangueras de agua que barrieron la cubierta, y luego hundieron la nave. En un acto de verdadero abordaje pirata, los atacantes vieron cómo sus víctimas braceaban en el mar tratando de sobrevivir, luchando por no ahogarse. Pero no hicieron nada por auxiliarlos, por salvarles la vida. Con absoluta indiferencia los dejaron morir.El mundo se ha estremecido con el brutal atentado terrorista de los fundamentalistas islámicos contra la sociedad de amistad hebreo-argentina de Buenos Aires. Pues debe estremecerse también con esta bárbara masacre de cubanos. En especial, el Gobierno español,, que con su torpe política hacia Cuba desde hace años viene ayudando a perpetuar una sanguinaria tiranía. En segundo lugar, los empresarios españoles que con ciega avidez invierten riesgosamente en Cuba. Y en tercero, los ciudadanos españoles que inocente, engañadamente viajan a Cuba para disfrutar de sus playas, de sus lugares de recreo, de sus bellezas naturales -sin excluir las humanas, de las que se puede extraer un fácil y barato placer-. Ingenuamente piensan que así palian en algo la hambruna cubana, cuando en verdad lo que hacen es alimentar al oprobioso régimen que ha llevado a la nación a tal estado. La presencia de un turista en Cuba -con todos los privilegios de que goza- es una humillación, un bofetón en el rostro de los cubanos que con dolor ven que no pueden acceder a sus (de los turistas) hoteles, a sus tiendas, a sus restaurantes, ni aun a sus playas.

El supuesto inicio de la revolución llegó chorreando sangre, y, más de 40 años después, continúa vertiendo sangre. Si la alborada de aquel día de julio de 1953 trajo la muerte de cubanos ilusos (los atacantes) y sorprendidos (los soldados), hoy mata a los "humildes" por quienes Cuba se viene tiñendo de sangre desde entonces. Un régimen como el que corrompe a Cuba en estos momentos no merece sino la condena, el repudio de cualquier hombre digno en cualquier lugar del mundo.-