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Alexandr Solzhenitsin proclama a su llegada a Moscú que en Rusia "no hay democracia "

Pilar Bonet

El largo regreso de Alexandr Solzhenitsin a la capital de Rusia concluyó ayer, a las 20.30, con su Regada, en el expreso 19, a la estación de Yaroslavl de Moscú, la terminal del ferrocarril transiberiano. Llovía sobre Moscú cuando el escritor puso punto final a un lento viaje de más de 6.500 kilómetros por tierras rusas, que se ha prolongado a lo largo siete semanas desde que, tras 20 años de exilio, puso por primera vez el pie en su patria, a finales de mayo, en Magadán (en el Extremo Oriente ruso). Solzhenitsin viajó en dos vagones especiales, trazando a su gusto su itinerario.

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En medio de un amplísimo despliegue policial, una audiencia-de unos 2.000 curiosos, algunos de ellos hostiles, y una nutrida representación de periodistas, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, dio ayer una solemne bienvenida a Solzhenitsin, al que propuso colaborar para "construir una nueva Rusia". En nombre de la Duma Estatal (la cámara baja del Parlamento), intervinieron VIadimir Lukin, antiguo embajador de Rusia en Estados Unidos y Serguéi Kovaliov, el primer Defensor del Pueblo de Rusia.

Visiblemente contento, Solzhenitsin dijo a quienes le escuchaban bajo la lluvia que pensaba trasmitir todo lo que ha escuchado en su periplo a "los oídos de los que tienen poder e influencia". Siberia y la provincia rusa le produjeron la impresión de estar manteniendo la "salud espiritual" de Rusia, aunque la gente, según dijo, no sabe adonde dirigir su energía. "El Estado", afirmó, "de nuevo no cumple sus obligaciones ante los ciudadanos7. "No tenemos democracia", continuó, para sentenciar que "la gente no es material para campañas electorales". "Para salir del hoyo", señaló Solzhenitsin, "se requiere mucha responsabilidad por parte de los que están arriba y mucho esfuerzo por parte de los que están en la base". El insigne autor subrayó que no aspira. a ningún cargo político y que quiere limitarse a ser un escritor.

"El pulso de los tiempos"

En vísperas de la llegada de Solzhenitsin, las fuerzas políticas rusas, incluido el presidente Borís Yeltsin y el ex presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, han tomado posiciones para aprovechar los nuevos vientos que acompañan la vuelta del exiliado a la escena política rusa. Tanto Yeltsin como Gorbachov han manifestado su de seo de ver a Solzhenitsin, quien no se ha mostrado evasivo a la hora de dar, su opinión sobre, el primer personaje y ha reiterado su. antipatía por el segundo. Yeltsin se reunirá con Solzhenitsin, aunque la fecha de la cita no ha sido fijada aún, se gún manifestó ayer el secretario de prensa del presidente, Viachelav Kóstikov. El encuentro, añadió el funcionario en unas declaraciones a Itar-Tass, sería útil, por cuanto el escritor ha acumulado ricas impresiones. Tras elogiar a Solzhenitsin, Kóstikov dijo estar seguro de que éste y Yeltsin "sabrán sentir juntos el pulso de los nuevos -tiempos que vive Rusia". Observadores políticos en Moscú han establecido una relación entre la llegada de SoIzhenitsin y, la visita,que Yeltsin realizó el martes a la exposiciónde Iliá Glaz unov, un pintor de temas patrióticos rusos vincu lado con los. sectores naciona listas- de oposición al presiden te. Yeltsin acudió a la exposi ción tres días después de,que ésta fuera clausurada y aderezó su visita concomentarios críti cos a Estados Unidos y elogios a la obra del *artista, uno de los favoritos de Leonid Bréznev.

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En las profundidades de Rusia, Solzhenitsin se ha encontrado con gentes muy variadas, desde defensores de los derechos humanos, a dirigentes regionales que han insistido en. darle la bienvenida ó a escritores como el respetado Víktor Astafiev, a quien visitó en la región siberiana de Krasnoyarsk. Está por ver, sin embargo, en qué medida las impresiones del viaje han alterado sus arraigados puntos de vista sobre Rusia.

Las informaciones sobre sus intervenciones públicas en las provincias indican que, de momento, Solzhenitsin ha alterado poco las opiniones que se formara desde su residencia de Vermont (Estados Unidos). En Novosibirsk, cuando ya lleva ba cinco semanas de viaje, Solzhenitsin volvió a pronunciarse contra el reconocimiento de las fronteras actuales de los países de la Comunidad de Estados Independientes y manifestó que no tiene intención de asociarse a ningún partido o grupo. "Me da absolutamente igual con quién coincide y con quién no coincido", señaló, saliendo al paso de los sectores nacionalistas que pretenden convertirlo en un aliado de su causa.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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