"Mi general, yo no puedo mentir a mi padre"
La forma en que el general Franco comunicó a don Juan Carlos que había decidido nombrarlo sucesor ha sido relatada por el Monarca en el libro El Rey, de José Luis de Vilallonga, publicado por la editorial Plaza y Janés. Ésta es una síntesis de sus recuerdos:»A principios de julio de 1969 fui de vacaciones a Estoril para pasar el día de San Juan con la familia. Muchos españoles iban a Portugal para felicitar al Rey. Antes fui a El Pardo a despedirme del general.
»-¿Cuándo tenéis pensado regresar, Alteza? -me preguntó.
»-El 12 o el 13, mi general. En todo caso, estaré de vuelta para el desfile del 18 de julio.
»-Venid en cuanto regreséis. Tengo algo importante que deciros.
»Estas últimas palabras me intrigaron, pero las olvidé, En cuanto llegué a Estoril, mi padre me dijo que Franco tenía intención de nombrarme sucesor "a título de rey" muy pronto. Si el nombramiento fuese inminente, expliqué a mi padre, Franco me lo hubiera dicho cuando fui a despedirme. "¿Entonces no sabes nada preciso?", insistió mi padre. "No, absolutamente nada".
»Cuando se acabaron las vacaciones, fui a El Pardo a saludar al general. Me recibió con mucha amabilidad.
»-Tengo que anunciaros algo -me dijo sin cambiar - de tono- .El 22 de julio voy a nombraros mi sucesor "a título de rey".
»Eso cada cinco o seis días más tarde. Me dejó estupefacto.
»-Pero, mi general, ¿por qué no me dijo nada antes de ir a Estoril?
»-No quería que lo supierais antes de ver a vuestra familia -me respondió.
»-Mi general, ahora debo poner a mi padre al corriente de sus intenciones.
»-Preferiría que no lo hicierais.
-Mi general, yo no puedo mentir a mi padre y menos todavía ocultarle una noticia tan importante.
»Me miró en silencio unos segundos con cara impenetrable. Después me preguntó:
»-Entonces... ¿Qué decidís, Alteza?
»No me dijo: "Tomaos tiempo para reflexionar vuestra respuesta". No. Tenía que responderle allí, enseguida. Había llegado el momento que yo tanto temía. De pie, frente al general, que esperaba imperturbable, hice un razonamiento muy sencillo. Mi padre, en contra de la opinión de muchos de sus consejeros, había querido que yo hiciera mis estudios universitarios y militares en España. Sabía mejor que nadie los riesgos que corría enviándome al enemigo". No tardé mucho en saberlo yo. Ahora, el envite principal no era saber quién iba a ser rey de España, si mi padre o yo. Lo importante era restaurar la Monarquía en. España. "¿Qué decidís, Alteza?", acababa de preguntarme el general Franco. Si no le respondía allí, enseguida, podía apartarme de sus proyectos, porque no le gustaba que lo contrariaran y no le faltaban peones para continuar el juego si yo le dejaba el sitio libre. En tal caso, era seguro del todo que Franco no acudiría al conde de Barcelona.
»Yo hubiera querido, naturalmente, que las cosas pasaran de otro modo, sobre todo por respeto a mi padre. Pero aquel día Franco me puso entre la espada y la pared. Esperaba mi respuesta. Le dije: "De acuerdo, mi general, acepto". Sonrió imperceptiblemente.
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