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Las penas del penado

Un policía condenado por asesinato frustrado gana un concurso de cartas de amor

Amar no es delito, pero el sentimiento desbocado puede llevar el dedo hacia el gatillo. El ex inspector de policía Manuel Jesús Pérez Lorenzo sabe de ello. Este hombre, condenado a 17 años de cárcel por el asesinato de un policía municipal de Santander que había sido novio de su novia, recibirá mañana el primer premio del III Certamen de Cartas de Amor en Prisión, convocado por el Ayuntamiento de Fuenlabrada. A él se han presentado 229 de los casi 49.000 internos que hay en España.No hay nada más irrompible que el pasado, titula el ex inspector su misiva, escrita desde la prisión de Alcalá II, donde cumple su condena. Y es el pasado lo que le estrelló contra los muros de la cárcel.

A comienzos de 1990, Pérez Lorenzo descerrajó cuatro tiros a Jose Luis Tardío Palacios, un policía municipal de la capital cántabra. Este agente, de 32 años, había sido compañero sentimental de la también agente municipal santanderina Rosa C., entonces novia del ex inspector.

El policía condenado, que no cita a quién va dirigida su misiva, desgrana nostalgia y desgarro desde sus primeras líneas: "Hola por última vez, amor mío ('amor mío'... tantas veces que te he llamado así; uniendo esas dos palabras imposibles, para luego resultar que, a fin de cuentas, siempre fui yo más tuyo que tú mía). Hasta el final de esta carta todavía podré permitirme decirte que te quiero. Que te quiero y luego me arrancaré esas palabras de la boca y golpearé mis labios para que se rompa la forma de tu nombre que está en ellos, de tantas veces que lo he recitado todo este tiempo de amor y tristeza desbocados". "Hoy atravieso los campos de la tristeza. A pie, para que la marcha dure tanto que nunca se me olvide (...)".

La carta premiada es un continuo intento de adiós, aunque la despedida deje una huella de temor, un sentimiento de "seda crujiente entre las manos". "El miedo es suave, se aproxima sin levantar sospechas, sin dar la voz de alarma".

"No me digas nada. Arráncame el alma en silencio y vete (...). Tu amor, aun perdido, todavía me da fuerzas; así me has querido, fíjate, niña. Durante dos o tres renglones más aún te amo". Y concluye la carta: "El olvido ha sido, al fin, más denso que el amor. Adiós, amor mío, y sé feliz... que mi pena sirva para algo".

La nostalgia también, pero más aún la soledad, es la nota dominante de la carta que ha conseguido el segundo premio del certamen. Es la epístola de Joaquín Fernández Gómez, que el viernes recibirá el galardón como un ciudadano libre: ya ha cumplido su condena por delito contra la salud pública. "Necesito escribirte, imaginar que vas a tener ante tus ojos lo que este oscuro mundo de hombres solos me impide susurrar a tus oídos (...) Si supieras la necesidad que tengo de ti, seguro que te ponías al frente de un ejército de viento libre y derribabas los muros que me atan y matan las ansias de ser muy tuyo, de ser muy libre", escribe Fernández.

La carta que ha obtenido el tercer premio tiene distinto tono. En realidad son dos: la correspondencia entre una madre y un hijo, caído en prisión por culpa de la droga, problema al que se alude en el escrito. El autor es Francisco Rodríguez Soto, que cumple dos años, por robo, en la prisión de Ocaña.

Los tres premiados (75.000 pesetas para el primero, 50.000 para el segundo y 25.000 para el tercero) recogerán sus galardones de manos del alcalde de Fuenlabrada, José Quintana, y de la secretaria de Asuntos Penitenciarios, Paz Fernández Felgueroso.

Cartas desde la celda, con premio.

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