¿Choque de civilizaciones ?
Según Thomas Kuhn, el progreso intelectual y científico consiste en la sustitución de un paradigma -que ha resultado crecientemente incapaz de explicar hechos nuevos- por otro que los explica de forma más satisfactoria. Como recuerda Samuel Huntington, durante 40 años, profesores,, estudiantes y actores de las relaciones internacionales pensaron y actuaron en función de una útil visión -aunque excesivamente simplificada- de la política mundial, la contenida en el paradigma de la guerra fría.El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard Samuel Huntington tiene el mérito de haber construido un nuevo modelo normativo de relaciones internacionales, ex puesto en Foreign Affairs (vera no de 1993) bajo el título ¿Choque de civilizaciones? y que es el resultado dé un importante tra bajo de investigación realizado para el John M. Olin Institute for Strategic Studies de Harvard, sobre las condiciones de seguridad en mutación y los in tereses nacionales norteamericanos. La tesis central del nuevo paradigma -que rechaza el axioma de Fukuyama sobre el fin de la historia, dado que no necesariamente el desaparecido comunismo ha de ser sustituido por la democracia liberal y par lamentaria- es que la fuente domin ante de conflicto en la so ciedad internacional será de carácter cultural, y que la última fase en la evolución de los con flictos en el mundo moderno estará constftuida por el conflicto entre civilizaciones. Ello no significa como el propio Huntington matiza que el concepto y realidad "civilización" desplazará por completo a todas las demás identidades o que desaparecerán los Estados-nación (que los islamistas pretenden sustituir por la comunidad islámica universal, la umma). Significa que -existiendo serias y claras diferencias entre las distintas civilizaciones y siendo cada vez más importante la conciencia individual y colectiva de la propia, civilización- la confrontación entre ellas llegará a ser la forma de conflicto global- dominante y acabará por prevalecer. Paralelamente, las relaciones internacionales, históricamente un juego llevado a cabo dentro, de la civilización occidental, resultarán crecientemente desoccidentalizadas y se convertirán en un juego en el que las civilizaciones no occidentales serán actores y no simplemente objetos". El modelo huntingtoniano dispone de una segunda parte destinada a salvaguardar y reforzar la propia civilización mediante el poder económico-militar, . Después de todo, como sostiene el profesor Vlahos, Ios norteamericanos han, agresivamente, promovido un tipo de universalismo cultural, una cultura global americana. No por todo ello deja Huntington de animar a, Occidente a adquirir una más profunda comprensión de los presupuestos filosóficos y religiosos de las demás civilizaciones y a resaltar los elementos comunes que se den entre aquéllas y la occidental,, teniendo, empero, presente que en el previsible futuro "no habrá civilización universal, sino un mundo de diferentes civilizaciones, cada una de las cuales tendrá que coexistieron las demás".
De lo publicado recientemente en esta misma sección por Jean Daniel (Dentro de seis años, ¿qué siglo EL PAíS, 8 de julio de 1994) no puede afirmarse que el autor francés _-normalmente riguroso- haya profundizado en las proposiciones de Huntington. Daniel reprocha a éste que prescinda de analizar la guerra. irano-iraquí (una guerra intracultural) y le recuerda que la unidad islámica ha sido siempre efimera.
Sin embargo, como escribe Kuhn, "para ser aceptada como paradigma, una teoría tiene que parecer mejor que sus competidoras, pero no necesita, y en realidad nunca lo hace, explicar todos los. hechos con los que puede ser confrontada". La guerra entró Irak e Irán es una excepción al paradigma. Otra podría serlo el acuerdo de Oslo entre la OLP e Israel, que ha puesto en marcha un fundamental proceso de paz del que hay que augurar no se trate de una simple tregua intercivilizacional. Afirma asimismo, Daniel que Huntington se equivoca al predecir "un mundo dividido entre culturas inmóviles y predeterminadas". Pero el profesor de Harvard no mantiene que las culturas sean inmóviles y la predeterminación no la ha creado él. Otros han expresado críticas similares: -"Visión de sesperada de la historia, manifestación de fatalismo irresponsable..., pensamiento apocalíptico, un conflicto de civilizaciones no tiene solución" (William Pfaff, International Herald Tribune, 4 de noviembre de 1993). Pero Huntington no origina ni las condiciones históricas ni las características culturales, y Pfaff, al expresarse así, confunde deseos con realidades, ya que le gustaría. que la realidad no fuera de una determinada manera. Por su parte, John Kenneth Galbraith dice no - estar "muy de acuerdo" con su colega de Harvard, pero al afirmar que "si eres pobre, las diferencias entre, grupos étnicos pueden hacer que te subleves" .(EL PAÍS, 10 de febrero de 1994), se sitúa indirectamente en el paradigma huntingtoniano. pues ¿quiénes sino determinadas civilizaciones no occidentales son pobres, pueden sublevarse y llegar a provocar, en su caso, un conflicto civilizacional?
El colofón es que mientras sus críticos carecen de un paradigma convincente alternativo, políticos e intelectuales de otras civilizaciones abundan en las tesis de Huntington, entre ellos diversos exponentes de las culturas confuciana e islámica. Así, Kishore Malibubani, viceministro de Asuntos Exteriores de Singapur, quien se pregunta si la euforia occidental de la posguerra fría, empeñada en imponer la democracia, está disminuyendo, al tiempo que critica la aplicación selectiva occidental de determinados principios morales (International Herald Tribune, 20 de octubre de 1992). Anwar Ibrahim, ministro malaisio de Hacienda, que expresa similares preocupaciones, urge, no obstante, a "hacer posible un encuentro entre culturas creativo y mutuamente enriquecedor" (ídem, 9 de febrero de 1993), mientras que George Yon-Boon Yeo, ministro de Información y Cultura de Singapur, es tajante: "No hay igualdad, sólo guerra, entre culturas" (ídem, 18 de febrero de 1993). O el palestinonorteamericano Edward Said, profesor en Columbia:, "La ignorancia occidental de la cultura arabo-islámica deviene una útil manera de hacer la guerra. El enemigo es rápidamente deshumanizado, listo para ser masacrado" (ídem, 12 de enero de 1991). también desde nuestra propia e inmediata civilización, a euromediterránea, se profesan juicios contundentes, como el de Roberto Aliboni, del romano Istituto Affari Internazionali: "El Mediterráneo no es un centro naturalmente destinado a engendrar solidaridad, sino más bien una frontera que separa mundos que, cultural, económica y políticamente, están muy, lejos el uno del otro, como son el mundo judeo-cristiano el islámico, el desarrollado y el subdesarrollado, el democrático y el autoritario. Ello no significa que la cooperación y la seguridad a través de esta frontera estén excluidas... La seguridad y la cooperación son posibles, pero no se pueden dar por inevitables" (European security accross the Mediterranean, IUEO, París, 1991).
No estriba la cuestión, en cualquier caso, en cerrar los ojos a la realidad, que es clara y a menudo sangrante. El degollamiento nocturno de siete marineros italianos en un. puerto argelino busca provocar reacciones y connotaciones que se enmarcan en el tema que comentamos. Ni la historia ha terminado ni el mundo es uno. Como dice Huntington, las civilizaciones unen y dividen a la humanidad, y las fuerzas que preconizan un choque de civilizaciones pueden ser contenidas sólo si se las conoce y si se las reconoce.. En caso contrario, la frontera de que habla Aliboni será `violentamente traspasada y, en vez de consolidarse un contraste de ideas que tenga como objetivo la institucionalización de la cooperación en mutuo beneficio, se producirá una confrontación cultural-política de imprevisibles consecuencias.
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