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Tabúes rotos

Los dicterios lanzados hace una semana por Julio Anguita contra CiU y la burguesía catalana - "lo peor de España" - provocaron la réplica del presidente de Iniciativa per Catalunya (IC), organización federada con Izquierda ,Unida IU). En unas declaraciones a La Vanguardia, Rafael Ribó se preguntaba con humor si Anguita posee algún instrumento capaz de medir la maldad de las, diferentes burguesías nacionales; y también mostraba su temor a que el coordinador de IU reforzase la peligrosa deriva ya emprendida por algunos socialistas hacia el andalucismo (o extremeñismo) "barato y anticatalanista". El intento de apagar la polémica mediante un comunicado conjunto de IU e IC, que reprochaba a Felipe González su presenta ción de las críticas contra los pactos PSOE-CiU como un enfrentamiento ente comunidades, no tuvo éxito.Así, otras declaraciones de Ribó publicadas el sábado -esta vez en EL PAÍS- quitaban importancia a las palabras de Anguita al interpretarlas como una contestación oblicua a los ataques dirigidos por los socialistas contra el acuerdo firmado por el PP e IU en Andalucía; en su opinión, ese pacto sobre la composición de la Mesa del Parlamento autonómico es absolutaniente democrático y progresista". Pero el presidente de IC no sólo disculpaba al coordinador de IU; también señalaba que el "exabrupto" y la "reacción visceral" de Anguita, pertrechado de su infalible burguesómetro, recuerdan "las posturas más reaccionarias de la historia sobre la concepción plurinacional de España". En un nuevo turno de este interminable debate, Anguitá ha optado por universalizar su condena afirmando que también aplaudiría si alguien "pusiera a parir a la oligarquía andaluza". Pero la apelación del coordinador de IU a la estrategia de clase contra clase -desde Cantabria hasta Ruanda- resulta poco convincente; tras anunciar que las siglas han muerto, los tabúes para entenderse con el PP han quedado rotos y el PSOE es irrecuperable para la izquierda, la declaración de Anguita según la cual IU está dispuesta. a "pactar con la derecha tantas veces como sea necesario" es digna de cualquier avezado profesional de la política caciquil de pasillos. En cualquier caso, la violenta ofensiva lanzada contra los nacionalismos catalán y vasco desde que decidieran dar su apoyo parlamentario al PSOE empieza a amenazar la estabilidad presente y futura del sistema democrático. No sólo el PP e IU agitan los viejos estereotipos antinacionalistas para debilitar así los acuerdos del Gobierno con CiU y el PNV; dentro del PSOE, algunos publicistas del guerrismo recogen las tradiciones populistas del lerrouxismo y del regeneracionismo para alimentar las hogueras inquisitoriales de un españolismo esencialista. La reciedumbre unitarista de Anguita tiene probablemente más raíces biográficas que ideológicas; la propensión de este joseantoniano temprano y leninista tardío -según la maliciosa definición de Santiago Carrillo- a comulgar con la retórica va cíade la España eterna, abstracción de una realidad plural tratada como si fuese una sustancia, no guarda ninguna relación con ese legado marxista que tanto invoca.

La desenvoltura de Anguita para pronunciarse rotundamente sobre lo divino y lo humano enlaza, sin embargo, con una tradición de la III Internacional: la omnisciencia de los secretarios generales de los pártidos comunistas, dispuestos a dictar la línea correcta no sólo sobre política (nacional y planetaria), sino también sobre biología o lingüística. La tribuna parlamentaria y los medios de comunicación deparan a los políticos parlanchines abundantes oportunidades para pontificar sobre cualquier asunto: el saqueo del lenguaje del materialismo histórico o de otra concepción globalizadora del mundo realizado por un profesional del poder puede producir en el terreno simbólico destrozos comparables a las consecuencias que tendría para el tráfico rodado un automóvil de fórmula 1 confiado a un conductor que acabase de obtener el carné.

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