_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Final a todo color

El Festival de Jazz de Vitoria concluyó su l8ª edición con un viaje rítmico y colorista por las diferentes caras de ese Brasil siempre calidoscópico. Un viaje avalado con la presencia de algún nombre histórico (Dori Caymmi), un par de estrellas del pop (Ivan Lins, Djavan) y un grupo de jazzistas de lo más diverso (de la exuberante Eliane Elias al aparentemente discreto Oscar Castro-Neves); todo supervisado por la amorosa mirada de un armonicista belga.Ritmo contagioso

La primera parte fue entera para Djavan, que estructuró su concierto como una recapitulación de su abultada carrera, retomando sus primeros y más sonados éxitos y llegando hasta sus trabajos más recientes. Por supuesto, en esa lista no faltaron ni Samurai, Océano, Esquinas o Asa, temas que el público esperaba y, en algún caso, coreó con el cantante carioca.

Djavan/ Toots Thielemans Brazil Proyect incluyendo a Dori Caymmi, Ivan Lins, Eliane Elias y Oscar Castro-Neves

Polideportivo de Mendizorrotza.Vitoria, 16 de julio. David Tronzo Trio Sala Arabá

Un ritmo potente y contagioso y un Djavan en plena forma vocal pero manifestando una cierta timidez escénica marcaron un concierto que a pesar de la potencia utilizada encontró su momento más intenso cuando el cantante se quedó a solas con su guitarra.

Curiosamente, a pesar de estar todavía en promoción de su último disco grabado en castellano, Djavan no utilizó en ningún momento este idioma durante su actuación.

La segunda mitad fue un auténtico puzzle de sensaciones diversas. Toots Thielemans actuó como catalizador de las constantes entradas y salidas de músicos del escenario y demostró que su armónica sigue siendo un instrumento privilegiado capaz de salir airoso de las situaciones más comprometidas. Por ejemplo, su armónica se midió de tú a tú con la voz ronca, profunda y convincente de Dori Caymmi, impovisó de forma exultante tras las melodías de Ivan Lins, coqueteó con el piano de Eliane Elias y sonriendo, siempre sonriendo, se atrevió con clásicos del empaque de Berimbau, Brazil o Mahana de carnaval. Al final, su eterna Bluessette estalló en mil bossanovas mientras el público de Mendizorrotza danzaba alegre sin ocultar su entusiasmo.

Toots fue un impagable maestro de ceremonias que provocó y motizó a sus colegas de escenario pero los puntos álgidos de la velada se alcanzaron con la presencia de un desbordante Ivan Lins; su actuación dejó clavado al público y al mismo tiempo supo a poco, a muy poco. Muchos hubieran cambiado una primera parte entera dedicada a Lins y Djavan como invitado de ese proyecto brasileño de Toots Thielemans.

Por la tarde el Jazz del Siglo XXI se había despedido con la propuesta aparentemente más innovadora pero que, finalmente, no resultó la más atractiva. David Tronzo ofreció un concierto que, rozando el hard core transitó por terrenos ya conocidos. Su slide guitar sonó potente pero no descubrió nada nuevo, que es lo que generalmente se espera de todos los componentes de la escudería Knitting Factory.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_