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Críticos criticados o cómo comentar 4.000 películas

Soledad Gallego-Díaz

La sección de televisión de EL PAÍS publica diariamente entre 10 y 15 fichas-comentario de las películas que van a ser emitidas ese mismo día por las distintas cadenas de televisión. Dos jóvenes críticos, Antonio Albert y Guillermo Altares, se encargan de elaborar esos pequeños textos, resumiendo desenfadadamente el argumento y su opinión. Un lector, al que hacen bastante gracia los comentarios, se ha quejado, sin embargo, de su inexactitud.Juan José Ibáñez, de Madrid, escribe: "El otro día reseñaban una película titulada En una isla tranquila, al sur, y explicaban que 'un grupo de adolescentes pasa un verano estupendo, mientras los espectadores se aburren como ostras'. Pues bien, ni había un grupo de adolescentes, sino sólo dos, ni pasaban un verano estupendo, sino que se tiraban dos horas llorando y sufriendo por su complicado amor. En lo, único que pareció acertar el crítico fue en lo del aburrimiento".

Ibáñez aprovecha la ocasión para pedir a la Defensora del Lector que explique cómo se hacen esas fichas. "¿Se ven casi todas las películas?, ¿leen la sinopsis y luego le echan imaginación?", pregunta. "¿Quién me dice que no me he perdido una obra maestra por seguir las opiniones de estos críticos, que son dos, pero que escriben como si fueran uno?".

Como muy bien sospecha el lector, es absolutamente imposible que los críticos hayan visto todas las películas y telefilínes que reseñan (casi 4.000 al año). "Los comentaristas", explica Altares, "no hemos visto, ni de lejos, todas las películas que se emiten, máxime cuando muchas son productos rodados para televisión que se estrenan por primera vez en España"._

¿Cómo se las arreglan entonces para comentarlas? ",Nos tenemos que fiar de nuestra memoria; del cine que hemos visto; de los datos que tenemos sobre actores, directores o guionistas; de la información que nos mandan las cadenas (que a veces es errónea), y sobre todo de libros de referencia", asegura Guillermo Altares. Lo malo es que incluso esos libros se equivocan. "Por ejemplo, no siempre están de acuerdo, ni siquiera en la sinopsis", afirma el crítico.

¿No sería mejor, en los casos de películas o telefilmes desconocidos, contar el argumento y abstenerse de comentarios? "En teoría, supongo, que sí, pero dado que se trata de una página para informar al lector sobre lo que creemos que merece la pena, perdería su sentido si le, quedase en una sucesión de datos neutros. Además, es cierto que cometemos errores y que no podemos garantizar que no volverá a suceder, pero también es verdad que en la mayoría de, los casos tenemos referencias, personales o ajenas, fiables", explica Altares.

"En cuanto a la posibilidad de que un lector se pierda una obra maestra, eso es harina de otro costal", asegura. "Los clásicas los hemos visto Casi todos, o por lo menos los conocemos. Los buenos directores, también. En ese terreno, es dificil cazarnos en un renuncio. Aunque_es verdad que se nos puede escapar algún telefilme magnífico, cuyo argumento parezca poco interesante a primera vista. En esos casos, utilizamos fórmulas como 'tiene buena pinta' o 'tal director se merece el beneficio de la duda".

La Defensora del Lector hace suya, como resumen, un párrafo de la carta de Juan José Ibáñez: "Me hacen gracia los comentarios ingeniosos ( ... ), pero ante todo hay que informar correctamente, que para eso escriben ustedes en un periódico". Los lectores no quieren tener que aplicar el beneficio de la duda a lo que leen en EL PAÍS.

Pasar el tiempo sin enfado

Los pasatiempos, de este periódico deberían poder resolverse sin que el lector o lectora se llevara un, disgusto. Como su propio nombre indica, se trata simplemente de ofrecer una agradable distracción. Por eso, es lamentable que en ocasiones, bien sea por errores de confección, bien por el contenido de las definiciones, algunos lectores, en lugar de pasar un buen rato, encuentren en esa página un motivo de enfado.

Eso es lo que sucedió el pasado 9 de junio. Manuel Zabala Sevilla, de Barcelona, se dispuso a resolver el revoltigrama del día y encontrar la clave de la pregunta "hombre o pájaro, pero menos". Su disgusto fue grande cuando halló la respuesta: "Marica".

"Quiero expresarle mi protesta... Decir que los maricas son menos hombres es una forma más de racismo y xenofobia, por lo que espero una rectificación plena", escribió Zábala.

La Defensora del Lector, que comparte la queja, trasladó la protesta al, autor del revoltigrama, Del Rez, y le pidió que explicara lo sucedido. He aquí su respuesta: "Lamento que la definición 'hombres, pero menos', aparecida en uno de mis revoltigramas haya herido la sensibilidad de alguna persona o incluso de un colectivo".

"El término, en realidad", prosigue Del Rez, "no es mío. Recuerdo haberlo oído a menudo durante mi infancia madrileña, y si, aplicado a un simple juego, ha podido dar una impresión peyorativa, vuelvo a decir q ue lo siento. Porque, precisamente, siempre he pensado que una sociedad libre y justa debe basarse en el mutuo respeto de todos sus componentes".

Acepte nuestras disculpas Manuel Zabála. EL PAÌS debe procurar que sus declaraciones de principios se traduzcan en la práctica en una mayor atención y cuidado.

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