¡Miles vive!
A pesar de la tan cacareada crisis que planea sobre los certámenes veraniegos, el polideportivo de Mendizorrotza prácticamente se llenó para recibir al trío de virtuosos The Rite of Strings y, tras ellos, a la sorpresa de la velada (y probablemente de todo el festival): la nueva banda de Marcus Miller.Teóricamente, ambos grupos salieron al escenario con la misma categoría de estrellas pero al acabar estaba muy claro que Ponty-Di Meola-Clarke habían sido unos simples teloneros del apabullante Miller.
La noche se abrió con el encuentro en la cima de tres glorias del jazz-rock de los setenta. La propuesta se insinuaba como acústica pero finalmente no lo fue: el trío se limitó a recuperar ese jazz-rock de la época dorada de Return to Forever o de la Maliavishnu Orchestra interpretado sin batería pero sin llenar la ausencia, es decir, que en todo momento se notó la falta de un buen percusionista.
The Rite of Strings / Marcus Miller Band
The Rite of Strings: Jean Luc Ponty (violín), Al Di Meola (guitarra) y Stanley Clarke (contrabajo).Marcus Miller Band: Marcus Miller (bajo y clarinete bajo), Kenny Garrett (saxos), Patches Steward (trompeta). Polideportivo de Mendizorrotza. Vitoria. 12 de julio.
La propuesta sonó algo amanerada y hueca, faltó espontaneidad y sobró mucho virtuosismo. Al final, el trío no aportó nada nuevo y aburrieron bastante.
Éxito de Marcus Miller
Lo contrario sucedió en la segunda mitad. Marcus Miller se mostró también como un virtuoso pero su buen hacer quedó enmarcado en una propuesta global de una pasmosa contundencia. Tras escuchar a esta banda puede afirmarse sin miedo no sólo que Miles Davis no ha muerto sino que el relevo lo había tomado ya Marcus Miller mucho antes de que el genial trompetista muriera.Miller comenzó recuperando algunos de los temas que escribió e interpretó junto a Miles. En especial Tutu sonó con una sólida clarividencia: Miles Davis se corporeizó en Mendizorrotza y no porque el trompetista Patches Steward lo imitara con solvencia, sino porque Miller ha tomado esa música (que en realidad era también la suya) y la ha prolongado hacia el futuro con pasmosa naturalidad.
Miller suena a Miles con aquel color y aquella contundencia pero nadie puede echárselo en cara, todo lo contrario.
Para rematar la jugada, el bajista presentó después un homenaje a su antiguo patrón, The king is gone, en el que incluso recuperó fragmentos de aquel Concierto de Aranjuez que Miles convirtió en un recuerdo imborrable.
De todos los homenajes ofrecidos a Miles Davis desde su fallecimiento (que han sido muchos y variados) el de Marcus Miller es, sin lugar a dudas, el más creativo y consistente: nada de nostalgia, simplemente seguir transitando con autoridad por el camino que ambos construyeron conjuntamente.
Miller ha reunido para esta gira una banda sólida como pocas en la que destacan los saxos de otro discípulo de Miles: Kenny Garret, cada uno de sus solos levantó al público de los asientos.
Al final, Míller, para demostrar que es capaz de todo, se recreó con el clarinete bajo en una versión memorable de Round midnight y cerró la noche revisitando con el bajo el Teen Town de Jacob Pastorius, para que quedara claro que no le tiene miedo a nada.
Babelia
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