Vida y sida
SIMÓN VIÑALSEl autor fue increpado el 30 de junio por un grupo de homosexuales durante un acto sobre el sida celebrado en el Ateneo. El edil explica aquí su visión de esta enfermedad.
Es preciso hablar sin timidez y seguir hablando alto y claro, día tras día, de la plaga del siglo XX, del sida.La aparición del sida en las últimas décadas es reto constante para la humanidad y una preocupación inmensa para los sanitarios en particular.
Es evidente que cualquier ser humano, y más si siendo médico, asume la maravillosa vocación de vivir constantemente preocupado por la salud de sus semejantes, no puede permanecer ajeno ante el sida, ante los portadores del virus, ante los que ya han desarrollado esta enfermedad y ante los posibles casos de infección que lamentablemente habrán de surgir y manifestarse en los próximos años.
Afortunadamente, la ciencia y la técnica prosperan y se desarrollan cada vez más y más deprisa.
Múltiples infecciones, que en su momento constituyeron gravísimos retos para los investigadores, han dejado de ser problemas insalvables. Éste es el caso de la sífilis, la tuberculosis, la fiebre tifoidea, el paludismo y otras enfermedades que, sin dejar de existir, se conocen, se controlan y sobre todo se tratan y pueden curarse.
Incluso cada vez son más los tipos de cáncer que, detectada su aparición con la suficiente precocidad, pueden tener una solución satisfactoria, rápida y definitiva.
Sin embargo, en la actualidad hay enfermedades que, desgraciadamente, y aun reconociéndolas cada vez mejor, siguen sin tener tratamiento eficaz y son mortales de necesidad. Éste es el caso del sida.
El sida, hoy por hoy, no tiene vacuna ni tratamiento eficaz. Lo único que podemos hacer si queremos luchar contra él es, por un lado, evitar que nos afecte, y por otro, y no menos importante, ser solidarios con quienes lo padecen.
El profesor Luc Montagnier, descubridor del virus y gran científico experto en la materia, afirma. que "la mitad de las personas con riesgo de morir de sida a finales de los noventa (que, desgraciadamente, serán muchas) no están aún contaminadas por el virus",- y añade, "nuestro deber es claro: debemos evitar que esas personas contraigan la enfermedad y mueran por ignorancia".
Las principales medidas preventivas que hay que adoptar en la lucha contra el sida pueden resumirse en un riguroso control de la sangre destinada a transfusiones (desde 1987 es obligatoria la prueba del sida para todos los donantes de sangre en nuestro país) y la fabricación de hemoderivados que no suponen riesgo de transmisión, la esterilización del material de punción utilizado por los servicios sanitarios, el uso de agujas y jeringuillas estériles, el suministro de información adecuada a las mujeres embarazadas en general y a aquellas con prácticas de riesgo en particular, y finalmente, el uso de preservativos que proporcionen una conducta sexual segura.
Para evitar la transmisión del virus, la educación y la prevención son aspectos fundamentales y válidos en ausencia de otros recursos. Es imprescindible establecer una conducta sana en lo que respecta a las relaciones sexuales y en cuanto a la utilización de material estéril que evite el contacto de la sangre de un individuo con la del otro. Ambos objetivos, unidos a la difícil tarea de modificar las conductas o prácticas que suponen riesgo, constituyen las líneas de actuación recogidas en el Plan Municipal de Actuación frente al Sida, que, desde sus lo años de vida, ha dado atención integral a más de 10.000 personas.
Pero hay algo más que hacer y que no sólo los sanitarios debemos tener presente. Se trata de la solidaridad, del apoyo, de la comprensión constante hacia el enfermo, hacia la persona que, viéndose afectada y desamparada ante la gravedad de esta dolencia, necesita la ayuda, el cariño, la atención constante, el seguimiento y los cuidados de quienes le rodean.
Es preciso recalcar que todos nos debemos a quienes más nos necesitan y que, entre otros, debernos evitar el aislamiento y la soledad del que sufre. Así conseguiremos erradicar brotes de discriminación y de incomprensión, tan graves o más que la propia enfermedad, a la que estoy seguro que la ciencia acabará venciendo en un. futuro no muy lejano.
Quiera Dios que dentro de muy poco tiempo hablemos del sida como una más de las históricas plagas vencidas por la humanidad.
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